MADRID, 25 Ene. (EUROPA PRESS) -
Cambios emocionales como alteraciones en la percepción, la comprensión, la expresión y la regulación de emociones tras un ictus "son frecuentes", ha apuntado la directora médica de NeuroRHB, el servicio de Neurorrehabilitación de los hospitales Vithas Nisa en Valencia, la doctora Belén Moliner.
Algunas de estas alteraciones podrían ser la apatía, la falta de conciencia de la enfermedad, los cambios de conducta, las reacciones de risa o llanto desmedidas, la irritabilidad o el egocentrismo, ha concretado la experta. "La persona afectada por un ictus puede ver alterada su capacidad de ajuste emocional no sólo hacia sí misma, sino tambén hacia los demás en sus relaciones sociales", ha agregado Moliner.
Pero en múltiples ocasiones, según la doctora Moliner, "las alteraciones emocionales son interpretadas como reacciones naturales por la pérdida de capacidad física que puede conllevar el ictus y no son valorados en sí mismas como una secuela de la lesión cerebral".
Sin embargo, este aspecto de la rehabilitación "no ha sido tan exhaustivamente estudiado como las secuelas cognitivas", según la experta, a pesar de ser "una parte fundamental de la recuperación".
En este contexto, la doctora Moliner ha concedido importancia a "una adecuada valoración neuropsicológica que determine las secuelas emocionales y una rehabilitación temprana dirigida a paliar los déficits más significativos".
Además, hay que identificar "desde un primer momento estas secuelas, que suelen ser crónicas, y tratadas con un abordaje emocional que ayude a atenuar y compoensar las dificultades cognitivas y que facilite la capacidad de crear y crecer emocionalmente", ha especificado la experta. Para ello, según ella, es "imprescindible" que el terapeuta conozca las problemáticas y las necesidades individuales de las personas con daño cerebral.
Más de 120.000 personas sufren cada año un ictus cerebral en España. Nueve de cada diez podrían haberse evitado con una adecuada prevención de los factores de riesgo. Con todo, en los últimos años la mortalidad por esta causa ha descendido, y actualmente, el 60 por ciento de personas que sufre un ictus sobrevive.