MADRID, 12 Feb. (EUROPA PRESS) -
El alcohol, el tabaco y el cannabis son en la actualidad drogas iniciáticas para mostrase ante los demás iguales como un no-niño, ha indicado el director del Instituto Deusto de Drogodependencias, Juan Manuel González durante la 46 Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao.
El experto también ha recordado que las condiciones de contracultura y los movimientos juveniles ligados a la identidad transitoria surgidos al calor de los años setenta incrementaron el consumo de otras nuevas drogas.
"Como consecuencia del aumento de las rentas, los estudios se prolongan por encima de lo obligatorio y surge una nueva categoría social: la juventud, que no es ni niño dependiente, ni adulto autónomo, porque sigue estudiando y dependen de sus padres. Además, es una generación que ha nacido en el seno de una sociedad de bienestar", ha especificado el experto.
Esta circunstancia trae dos consecuencias, según González. Por un lado, "una revolución juvenil de insatisfacción, en la que el prototipo fueron los sucesos de París conocidos como Mayo del 68, reclamando más libertad y promoviendo valores posmaterialistas minoritarios hasta entonces, como el pacifismo, la ecología o el feminismo".
Por otro lado, "es una población si una clara identidad social, puesto que nuestra identidad social proviene de la ocupación laboral, por lo que surge entonces toda una cultura juvenil con contenido ideológico y relacionada con el contenido del ocio que les provee de una identidad transitoria", ya sean moteros, rockeros, mods, punkis o surfistas, según el experto.
González también se ha referido a los cambios sociales que sucedieron tras la revolución industrial y que, a su juicio, favorecieron el alcoholismo de gran parte del proletariado por la conjunción de diversos factores.
ALCOHOLISMO EN LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
El director del Instituto Deusto de Drogodependencias ha destacado el "abaratamiento del precio de las bebidas, malas condiciones de vida y de trabajo y que empujan a beber y carencia de alternativas de ocio y divertimentos que no fueran las tabernas".
Además, el experto ha incidido en el hecho de que estos trabajadores "eran totalmente prescindibles, de manera que cuando no eran suficientemente productivos eran sustituidos por otros, con lo que su salud y condiciones de vida no importaban apenas a las clases dirigentes".
La época de crecimiento económico que siguió a la Segunda Guerra Mundial en toda Europa y Estados Unidos, que propició un crecimiento estable y diversas mejoras en la calidad de vida y las condiciones laborales, además del desarrollo de otros tipos de ocio, "el consumo de alcohol se redujo notablemente y, por ende, los problemas de alcoholismo", según González.