MADRID, 22 Oct. (EDIZIONES) -
Agustín Bonifacio es trabajador social especializado en salud mental infanto-juvenil e identidad de género en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona. Acompaña a jóvenes con desesperanza vital, que han presentado ideas suicidas en algún momento de su vida, que han intentado suicidarse, incluso ha trabajado con familias de chavales con suicidios consumados.
Conoce por su experiencia laboral cómo se encuentra hoy en día la juventud y consideraba importante, tal y como nos confiesa en una entrevista con Europa Press Salud Infosalus, aportar una visión diferente de la psicología o de la psiquiatría, y sin patologizar, de cómo se encuentra hoy la salud mental de los adolescentes españoles a través de la publicación de su libro 'El Plan B. Qué podemos hacer para ayudar a los jóvenes a superar su desesperanza vital' (Libros Cúpula).
"El contexto de las personas jóvenes no es nada fácil. Realmente creo que a muchas personas adultas si les preguntas si volverían a pasar la adolescencia te dirán que no porque es una etapa que no es tan fácil para mucha gente. Además, ahora, los jóvenes viven rodeadas de crisis medioambientales, de la precarización del trabajo, de una crisis económica tras otra; una situación que, además, es peor en algunos colectivos", advierte este experto durante una entrevista que nos concede a Europa Press Salud Infosalus.
LOS SUICIDIOS SON MÁS FRECUENTES ENTRE LOS CHICOS
Así, nos confiesa Agustín Bonifacio que una de las cosas que más le ha llamado la atención es que la mayor parte de consultas por desesperanza vital (como él prefiere denominar al 'suicidio') las recibía de parte de las chicas. "Cuando fui investigando más vi que todo el mundo estaba de acuerdo en que lo pasaban peor las chicas. Eso sí, los suicidios consumados se dan más en chicos", remarca.
"Ser adolescentes no es fácil", según subraya este experto del Hospital Sant Joan de Déu, y sobre todo fruto de la incertidumbre de ahora: "El suicidio se considera que es un fenómeno multicausal. Hay factores internos, ya que no todas las personas respondemos igual ante la misma circunstancia. Pero no hay que olvidar que a los jóvenes de ahora les envuelven la precarización, esa sensación de no tener una perspectiva posible. Si a esto luego le añades situaciones sociofamiliares determinadas (conflictos entre progenitores, violencia, abuso, el acoso escolar, o el ciberacoso) se eleva el malestar y se precipita la desesperanza vital".
Aquí recuerda que "un 25% de las personas jóvenes en España, entre los 16 y los 29 años dicen sentirse solas"; y después menciona que "estudios de salud mental autopercibida ofrecen datos como que más del 60% de los españoles jóvenes dicen haber sentido ansiedad o síntomas depresivos el año pasado, y un 55% ha pensado en el suicido".
A su vez, resalta Bonifacio que el uso número uno de ChatGpt en 2025 se ha visto que es ofrecer compañía y terapia; mientras que el tercero encontrar sentido a las cosas. Un panorama para nada alentador.
POSIBLES SEÑALES DE ALARMA
Con ello, pedimos a este experto que nos detalle cuáles son esas posibles señales de alarma sobre las que los progenitores, docentes, o figuras de referencia debemos estar atentos y que pueden hacer sospechar de esa desesperanza vital.
Dice que hay que estar más atentos si se aprecian cambios llamativos de humor; irritabilidad; abandono de actividades que le antes gustaban; tendencia al aislamiento; cambio de horarios; comentarios pesimistas o de deseo de desaparecer en mundo físico o en redes sociales; si pierde apetito o come menos; alguien puede decir que estas situaciones pueden responder a un adolescente, o que son llamadas de atención, "pero es una situación idónea para tender el puente con ellos, hablarlo, y ofrecer esta oportunidad".
LOS FACTORES PROTECTORES
En este punto, este trabajador social especializado en salud mental infanto-juvenil habla de los posibles factores protectores del suicidio en los jóvenes y que pueden ayudar a reducir este riesgo, entre las que se encontrarían, según nos enumera, el ayudarles a que tengan más habilidades sociales o a la hora de resolver conflictos; el apoyo familiar, contar con figuras adultas referentes funciona mucho; las buenas relaciones con los iguales en el mundo físico; la integración social; y todo lo relacionado con una ocupación o empleo digno; así como oportunidades educativas, deportivas; y la perspectiva de acceso a la vivienda.
"Todo son condicionantes sociales, y todo esto tiene un impacto enorme y lo tendrá en el bienestar emocional de las personas. El 80% de los determinantes de la salud son sociales", advierte, recordando igualmente el número de teléfono 024, la línea de trabajo de ayuda a la conducta suicida, y que también sirve para familiares y docentes de personas en situación de desesperanza vital. "El poder compartir comidas o cenas en familia es un factor protector, sobre todo si no hay pantallas de por medio. Nos permite observar muchas cosas", agrega.
TENDER UN PUENTE CON EL ADOLESCENTE
En suma, Bonifacio destaca que hay muchas personas jóvenes que lo pasan mal y que necesitan hablar de ello, por lo que ve conveniente que esas figuras de referencia sean accesibles para compartir este malestar y romper este aislamiento.
En el libro también habla de perfiles concretos que suelen verse más afectados por estas situaciones, como las víctimas de acoso escolar, del colectivo LGTBI+, personas tuteladas, o con síndrome alcohólico fetal (TEAF).
Igualmente, resalta que numerosos jóvenes a los que acompaña le hablan de no tener un encaje en la escuela, o que lo habían pasado mal a nivel de acoso escolar. "Viendo las cifras, una de cada tres víctimas de acoso escolar no lo cuenta por miedo a la respuesta, para no preocupar a las familias. Qué importante como personas adultas es entender que hay ciertos colectivos que lo pasan peor, y nuestra mirada debe estar muy abierta, sobre todo para dejar la puerta abierta para confiar, para que nos cuenten sus malestares, y a la hora de crear espacios seguros", sostiene.
Es más, resalta que, "aunque dé mucho miedo, ya sabemos que hablar o preguntar es la principal medida para prevenir el suicidio" porque, según explica, muchas personas que lo pasan mal no saben con quién lo pueden compartir. "Hablar y preguntar, y sobre todo validar, y reconocer el malestar", aconseja.