MADRID, 7 Mar. (EDIZIONES) -
Muchos adolescentes, y muchas personas que ya no son tan jóvenes y están más entradas en años, emplean las redes sociales como un auténtico escaparate de su vida en el que retransmiten absolutamente todo aquello que les acontece. Pero siempre quedan algunas dudas con estas historias: ¿Será todo real lo que se muestra? ¿Realmente viven su vida o están más preocupados por retransmitirla?
Aunque parezca mentira, este tipo de actitudes pueden llegar a perjudicar seriamente nuestra salud. Especialmente en el caso de los más jóvenes, de los adolescentes, muchos volcados en retransmitir por las redes sociales todos los aspectos sobre su vida.
El problema que realmente hay con ellos comienza cuando muestran demasiado de su vida, y empiezan a basar su felicidad en el número de seguidores que tienen o de likes que ha recabado su publicación. Es más, muchos muestran una actitud frente a las redes sociales que no mantienen en su vida diaria, en la que son bastante más serios o tímidos, mientras que en Internet son más abiertos, no tienen complejos, y cuentan todo a quien les siga, independientemente de si le conocen o no.
El peligro de estas actitudes entre los adolescentes frente a las redes sociales, a juicio de la psicóloga Sonia Cervantes, es el mal uso y el abuso que hacen de las mismas. Hay que aceptar que estamos en un mundo 2.0. Es una realidad de la que no podemos vivir de espaldas. Vivimos en un mundo tecnológico que nos ha facilitado las cosas, pero en el caso adolescente está generando un mal uso y un abuso porque no hay educación tecnológica, reconoce.
En una entrevista con Infosalus, con motivo de la publicación de Intensa-mente (Grijalbo), la máster en Psicología Clínica y de la Salud, y diplomada en Terapia Infantojuvenil remarca que están surgiendo, especialmente a esas edades, muchos problemas de acoso o de ciberbullying.
No ha habido una educación unida al uso de las nuevas tecnologías. Ésa es la vacuna para no caer en esos peligros. Hay que empezar en el momento en el que se da el móvil a un niño, que es menor. A estos no se les debe entregar sin un contrato de uso. Hay que supervisarles siempre todo, y hay que dar una buena educación al respecto, pero sobre todo en el ejemplo. No puedo decirle que deje el móvil si yo lo llevo encima todo el rato y no le quito ojo, subraya la también educadora en inteligencia emocional.
¿TU VISIÓN MÁS REAL?
Así, Cervantes destaca que las nuevas tecnologías influyen en el bienestar emocional de los adolescentes facilitándoles una visión falseada de la realidad que les rodea pero muy bonita.
Es como si te pusieras 40 capas de maquillaje para salir de casa. No dejas de ser tú pero no es tu visión más real. Si te fijas en los muros de las redes sociales, normalmente la gente no pone su cara o se hace un selfi cuando lo está pasando mal, aunque sí hay perfiles que lo hacen. Por lo general ponemos la mejor de nuestras caras para decirle al mundo dónde estoy y qué hago, en lugar de vivir. Estamos más preocupados por retransmitir nuestra vida que por vivirla. No estamos viviendo lo que contamos, sino que nos limitamos a contarlo, explica la especialista.
De hecho, llama la atención por ejemplo sobre el hecho de que muchas veces asistimos a un concierto en directo y en lugar de disfrutar de él, estamos más preocupados por retransmitirlo en directo a través de nuestros móviles. Para verlo a través de una pantalla, ¿no hubiera sido mejor quedarnos en casa y así nos ahorrábamos la entrada?, se pregunta Cervantes.
Aquí destaca por ejemplo que desde 2016 hay más móviles que personas en el mundo; el 99% de los jóvenes españoles accede a Internet a diario desde su móvil; los millennials dedican un tiempo desorbitado a las apps móviles, cifrado en 93,5 horas al mes; el móvil está prácticamente presente en todos los momentos del día y por ejemplo el 93% de personas cruzan la calle mirando al dispositivo; según datos del Informe Mobile en España y en el mundo 2017.
NO TODO ES CIERTO
En este sentido, insiste en que el problema es que muchas veces los adolescentes no son conscientes de lo que están haciendo. No hay que demonizar las redes sociales. Las educación debería estar orientada hacia los peligros del uso de Internet. El problema es que todo lo que ven publicado creen que es cierto, se pierde la capacidad de autocrítica y es peligroso. Se han vuelto extremadamente confiados muchos adolescentes y los peligros muchas veces se producen por un exceso de confianza, indica.
Por ello, reitera que la educación tendría que ir orientada hacia una concienciación sobre los peligros que se pueden correr ante una sobreexposición a las nuevas tecnologías, así como a aprender a ser cauto ante lo que mostramos o pensamos que nos gusta; el no ser excesivamente confiado.
Es imprescindible que quedes con gente a la que conoces previamente porque no sabes lo que hay detrás. Hay que quedar físicamente pero con personas que conoces de antes y siempre notificar a alguien si quedas con alguien que has conocido a través de las redes, además de quedar con esa persona siempre en un lugar público, añade la psicóloga clínica.
Por todo ello, la experta remarca que el mensaje a dar es que hay que aceptar el mundo en el que vivimos, un entorno tecnológico que no hay que demonizar. Pero tenemos que aprender a desconectar y el problema es que estamos demasiado conectados, lamenta.