MADRID, 6 May. (EUROPA PRESS) -
Se cree que los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, como hipertensión, diabetes, obesidad y tabaquismo, desempeñan un papel fundamental en la probabilidad de desarrollar deterioro cognitivo, demencia y Alzheimer. Un nuevo estudio sugiere que quienes acumulan estos factores de riesgo a lo largo del tiempo a un ritmo más rápido tienen mayor riesgo de demencia por enfermedad de Alzheimer o demencia vascular en comparación con las personas cuyos factores de riesgo permanecen estables a lo largo de la vida.
"Nuestro estudio sugiere que tener un riesgo acelerado de enfermedad cardiovascular, acumulando rápidamente más factores de riesgo como la presión arterial alta y la obesidad, es predictivo del riesgo de demencia y se asocia con la aparición del deterioro de la memoria", explica Bryn Farnsworth von Cederwald, de la Universidad de Umea (Suecia), autor del estudio, publicado en 'Neurology', la revista médica de la Academia Americana de Neurología.
"Como resultado, las intervenciones tempranas con personas que tienen riesgos cardiovasculares acelerados podrían ser una forma eficaz de ayudar a prevenir un mayor deterioro de la memoria en el futuro", añade.
El estudio analizó a 1.244 personas con una edad media de 55 años que se consideraban sanas en términos de salud cardiovascular y habilidades de memoria al inicio del estudio. Los participantes se sometieron a pruebas de memoria, exámenes de salud y completaron cuestionarios sobre su estilo de vida cada cinco años durante un máximo de 25 años.
De todos los participantes, 78 personas (el 6%) desarrollaron demencia por enfermedad de Alzheimer durante el estudio y 39 personas(3%) desarrollaron demencia por enfermedad vascular.
El riesgo de enfermedad cardiovascular se determinó mediante la puntuación de riesgo de Framingham, que predice el riesgo a 10 años de sufrir un evento cardiovascular. Para ello se tienen en cuenta factores como la edad, el sexo, el índice de masa corporal (IMC), la presión arterial y si se fuma o se tiene diabetes. Los participantes comenzaron el estudio con un riesgo medio a 10 años de entre el 17% y el 23%.
Los investigadores determinaron quiénes tenían un riesgo de enfermedad cardiovascular acelerado comparando a los participantes con la media de la progresión del riesgo de enfermedad cardiovascular.
Descubrieron que el riesgo de enfermedad cardiovascular se mantenía estable en el 22% de los participantes, aumentaba moderadamente con el tiempo en el 60% y aumentaba a un ritmo acelerado en el 18% de las personas.
Las personas del estudio con un riesgo de enfermedad cardiovascular estable tuvieron un riesgo medio del 20% de sufrir un evento cardiovascular en 10 años a lo largo del estudio, mientras que las que tuvieron un aumento moderado del riesgo pasaron del 17% al 38% en el transcurso del estudio y las que tuvieron un aumento acelerado del riesgo pasaron del 23% al 62% al final del estudio.
Los investigadores determinaron que, en comparación con las personas con un riesgo estable de enfermedad cardiovascular, las personas con un riesgo acelerado de enfermedad cardiovascular tenían entre tres y seis veces más posibilidades de desarrollar demencia por enfermedad de Alzheimer y entre tres y cuatro veces más riesgo de desarrollar demencia vascular. También tenían un riesgo hasta 1,4 veces mayor de deterioro de la memoria en la mediana edad.
"Varios factores de riesgo eran elevados en las personas con un riesgo acelerado, lo que indica que dicha aceleración puede provenir de una acumulación de daños por una combinación de factores de riesgo a lo largo del tiempo", explica Farnsworth von Cederwald.
Por lo tanto, resalta que "es importante determinar y abordar todos los factores de riesgo de cada persona, como reducir la presión arterial alta, dejar de fumar y reducir el IMC, en lugar de limitarse a abordar los factores de riesgo individuales en un esfuerzo por prevenir o ralentizar la demencia".
Una limitación del estudio fue la imposibilidad de determinar si el declive que conduce a la demencia se inicia por un riesgo acelerado de enfermedad cardiovascular. Farnsworth von Cederwald puntualiza que no se puede descartar que otros factores también contribuyan, por lo que se necesita más investigación.