MADRID, 29 Oct. (EUROPA PRESS) -
Un comportamiento nacionalista de los gobiernos que excluyera a algunos países del acceso a las vacunas del COVID-19 podría costar a la economía mundial hasta 1.200 millones de dólares al año en PIB (1.022 millones de euros), según un nuevo estudio de la organización de investigación sin fines de lucro RAND Europe.
Si los países demuestran un 'nacionalismo de vacunas', dando prioridad a sus propios ciudadanos e insistiendo en el primer acceso a las vacunas firmando acuerdos directamente con las compañías farmacéuticas y acumulando suministros, esto podría significar que, al inmunizar inicialmente solo a sus propias poblaciones, incurrirían en penalidades económicas para ellos mismos como así como la población mundial en general.
El análisis macroeconómico del estudio muestra que, mientras el virus no esté bajo control en todas las regiones del mundo, seguirá existiendo un costo global asociado al COVID-19 y su impacto negativo prolongado en ciertos sectores económicos.
Incluso si solo a los países de ingresos más bajos se les negara el acceso igualitario a una vacuna y todos los demás países lograran inmunizar a sus poblaciones contra el virus, aún podría costarle a la economía mundial 153.000 millones de dólares al año en términos de PIB. Estados Unidos perdería 16.000 millones al año, la UE 40.000 millones, el Reino Unido 5.000 millones, China 14.000 millones y otros países de altos ingresos colectivamente 39.000 millones al año.
El estudio también señala que existen incentivos económicos para brindar acceso global a las vacunas. Según estimaciones anteriores, costaría 25.000 millones de dólares suministrar vacunas a los países de menores ingresos. Estados Unidos, Reino Unido, UE y otros países de altos ingresos combinados podrían perder alrededor de 119.000 millones de dólares al año si se niega el suministro a los países más pobres.
Si estos países de ingresos altos pagaran por el suministro de vacunas, podría haber una relación costo-beneficio de 4,8 a 1. Por cada dólar gastado, los países de ingresos altos recuperarían alrededor de 4,8 dólares.
"El estudio muestra que un esfuerzo multilateral coordinado a nivel mundial para combatir la pandemia es clave, no solo desde una perspectiva de salud pública sino también económica. Si demasiados países siguen un planteamiento de 'nacionalismo de vacunas' con respecto al desarrollo, producción y distribución de COVID -19 vacunas, podría perjudicar seriamente el acceso equitativo a nivel mundial para quienes están en mayor riesgo", advierte Marco Hafner, autor principal del estudio y economista senior de RAND Europe.
"Nuestros hallazgos sugieren que existen incentivos económicos reales para que los países de ingresos más altos impulsen el desarrollo y la distribución de vacunas para garantizar que el resto del mundo tenga acceso a las vacunas lo antes posible", añade.
Los autores llegaron a sus conclusiones comparando el impacto en el PIB mundial del distanciamiento físico y los cambios en el comportamiento de los consumidores en los sectores de servicios de gran intensidad de contacto --como la hostelería, el comercio minorista y la atención sanitaria-- con el de un hipotético escenario de referencia en el que cada país consiga inmunizar suficientemente a su población y puedan facilitarse las normas y reglamentos sobre el distanciamiento físico.
El estudio también examinó los costos económicos si no se desarrolla una vacuna contra la enfermedad. Según el análisis, el coste económico global asociado con COVID-19 podría ser de 3,4 billones de dólares al año en PIB perdido, en comparación con un escenario en el que todos los países pueden inocular suficientemente a su población.
"Dada la pérdida económica sustancial causada por COVID-19, invertir fuertemente en la investigación y el desarrollo y la ampliación de la producción de vacunas es clave para encontrar una salida a la pandemia", apunta Hafner.
Más allá de las implicaciones económicas, la competencia mundial por las vacunas puede conducir a muertes evitables si las personas vulnerables en ciertos países reciben la vacuna después de las de bajo riesgo en otros países, advierten.
Por ello, el estudio recomienda que se establezcan marcos aplicables para el desarrollo y la distribución de vacunas, asegurando un acceso equitativo en todo el mundo y apoyando un programa de inoculación a lo largo del tiempo.