MADRID, 11 Ago. (EUROPA PRESS) -
Experimentar abuso verbal durante la infancia muestra un impacto similar en la salud mental de los adultos que el abuso físico, según un estudio intergeneracional, publicado en la revista 'BMJ Open', y liderado por epidemiólogos del Public Health Institute de Liverpool, Reino Unido.
Este estudio retrospectivo reunió los datos de siete estudios relevantes, en los que participaron 20.687 adultos de Inglaterra y Gales, publicados entre 2012 y 2024, y examinó cohortes de nacimiento desde la década de 1950 en adelante. Así, mostró reducciones en el abuso físico infantil, pero aumentos en el abuso verbal infantil y, además, sugiere que, aunque a menudo no son inmediatamente evidentes, los efectos del abuso verbal pueden ser igual de dañinos o prolongados que el abuso físico.
Estos efectos se pueden manifestar como niveles más elevados de ansiedad y depresión, consumo problemático de alcohol y drogas, violencia hacia otras personas o problemas de salud graves, como enfermedades cardiovasculares y diabetes, explican los investigadores.
En concreto, el análisis de los datos de este estudio mostró que la experiencia de abuso físico o verbal durante la infancia se asoció independientemente con un aumento significativo similar (52% y 64%, respectivamente) en la probabilidad de tener un bajo bienestar mental en la edad adulta. Y la experiencia de ambos tipos de abuso aumentó en más del doble esta probabilidad en comparación con la ausencia de exposición a ninguno de los tipos.
Todos los estudios incluyeron preguntas sobre abuso físico y verbal infantil utilizando la herramienta 'Adverse Childhood Experiences' (ACE) y la escala corta de bienestar mental de 'Warwick-Edimburgo' para medir los componentes individuales y combinados del bienestar mental de los adultos.
La encuesta preguntó a los participantes con qué frecuencia durante las últimas dos semanas se habían sentido: optimistas sobre el futuro; útiles; relajados; manejando bien los problemas; pensando con claridad; sintiéndose cercanos a otras personas; y capaces de tomar sus propias decisiones sobre las cosas. Así, las respuestas se calificaron del 1 (nunca) al 5 (siempre) y se sumaron. Se consideró bajo bienestar mental cuando las puntuaciones equivalían a aproximadamente 1 de cada 6 participantes de la muestra.
En este sentido, la prevalencia de bajo bienestar mental aumentaba del 16% sin abuso al 22,5%, con solo abuso físico; 24%, con solo abuso verbal; y 29%, con abuso tanto físico como verbal.
Por otro lado, las personas nacidas en el año 2000 o después presentaron una mayor probabilidad de presentar todos los componentes individuales de bienestar mental deficiente. Además, los hombres eran más propensos a reportar nunca o rara vez sentirse optimistas, útiles o cercanos a otras personas, mientras que las mujeres eran más propensas a reportar nunca o rara vez sentirse relajadas.
La prevalencia del maltrato físico infantil se redujo a la mitad, pasando de aproximadamente el 20% entre los nacidos entre 1950 y 1979 al 10% entre los nacidos en el año 2000 o después. Sin embargo, ocurrió lo contrario con la prevalencia del maltrato verbal, pasando del 12% entre los nacidos antes de 1950 a aproximadamente el 20% entre los nacidos en el año 2000 o después. Igualmente, los abusos físicos y verbales denunciados fueron más frecuentes entre quienes vivían en zonas de mayor privación.
Los investigadores apuntan que, a nivel mundial, se estima que 1 de cada 6 niños sufre maltrato físico por parte de familiares y cuidadores. Sin embargo, en el caso del abuso verbal, la cifra asciende a 1 de cada 3 niños. No obstante, a pesar de su alta prevalencia, las políticas e iniciativas para prevenir la violencia contra los niños "han tendido a centrarse en el abuso físico, pasando por alto a menudo el impacto potencial del abuso verbal", denuncian.
No obstante, los investigadores señalan que este es un estudio observacional y, por lo tanto, no puede establecer causas y errores. También, reconocen que el estudio se basó en el recuerdo y el informe retrospectivo de abuso verbal y físico, por lo que podrían haber existido inexactitudes. Asimismo, tampoco pudieron medir la gravedad de ninguno de los dos tipos de abuso, la edad en la que había ocurrido ni su duración, factores que podrían tener gran influencia, sugieren.