MADRID 26 Jul. (EUROPA PRESS) -
El 80 por ciento de pacientes con cáncer de cabeza y cuello sufre dolor irruptivo, según ha informado el responsable del Servicio de Oncología Médica del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Pedro Pérez Segura.
"Las zonas en las que pueden aparecer estos tumores suelen estar muy inervadas, por lo que la afectación de estos nervios implica, en ocasiones, la producción de dolor. También es importante saber que algunos tratamientos como la cirugía o la radioterapia pueden producir dolor en esa zona por el impacto propio de dichas terapias", ha añadido el experto.
Una de las formas de dolor más difíciles de controlar en estos pacientes es el dolor irruptivo oncológico (DIO), una exacerbación transitoria del dolor que aparece sobre la base de un dolor persistente estabilizado, y que se caracteriza por su elevada intensidad, rapidez de instauración (generalmente súbita) y corta duración (usualmente inferior a unos 20-30 minutos).
Los pacientes pueden presentar varios episodios a lo largo del día, 3 o 4 como media. Tal situación puede conllevar que estas personas tengan ciertas funciones alteradas, tales como masticar, tragar, hablar, articular, oler, saborear y respirar, independientemente de la modalidad terapéutica empleada para tratar el tumor.
"Su aparición suele estar en relación con la compresión de los nervios de circulan por la zona afectada por el tumor. En ocasiones, también se asocia con algunas actividades concretas, como, por ejemplo, masticar", ha argumentado Pérez Segura.
Los datos disponibles ponen de manifiesto que el dolor tiene un impacto negativo en los pacientes con cáncer de cabeza y cuello, ya que un porcentaje significativo de ellos padece dolor antes, durante y después de completar el tratamiento.
"El dolor, sin más apelativos, implica un deterioro en la calidad de vida de los pacientes con cáncer. En el caso del DIO, este problema se incrementa puesto que aparece sin avisar y es más difícil controlarlo. El impacto negativo viene dado por el hecho de que esta forma tan impredecible de aparición del dolor hace que el paciente, en ocasiones, abandone actividades sociales por el miedo a que se pueda producir un episodio doloroso en momentos como el trabajo o reuniones sociales", ha añadido el doctor.
ABORDAJE DEL DOLOR IRRUPTIVO ONCOLÓGICO
Por todo ello, los expertos recomiendan abordar el dolor irruptivo oncológico adecuadamente, de lo contrario, la calidad de vida puede verse significativamente deteriorada. "La rapidez e intensidad del DIO hace necesario que apliquemos un tratamiento de forma precoz, cuyo efecto sea potente y de corta duración. Solo así conseguiremos controlar el episodio, a la vez que minimizamos los efectos secundarios", ha comentado Pérez Segura.
De hecho, prosigue, es "muy importante" realizar un interrogatorio en profundidad a cada paciente para conocer las características del dolor y así poder ajustar el tratamiento con las mayores opciones de eficacia. "Esto va a permitir que el paciente se sienta seguro y pueda compaginar el tratamiento oncológico y su vida diaria en las mejores condiciones posibles", ha zanjado el doctor.