MADRID, 24 Mar. (EUROPA PRESS) -
El 50 por ciento de los pacientes con trastorno bipolar y el 75 por ciento de los que padecen esquizofrenia son fumadores, porcentaje que contrasta con el 23 por ciento que se da en la población sana, tal y como se ha puesto de manifiesto durante el I Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y el V Congreso Internacional de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que estos días se celebra en Madrid.
"Al fumar se libera nicotina, un neurotransmisor que puede hacer que los síntomas cognitivos sean menores. Se trata de un beneficio a nivel subjetivo, los pacientes suelen coincidir en que, cuando fuman, se encuentran mejor, se tranquilizan, consiguen concentrarse e incluyo para algunos puede aliviarles los efectos secundarios de los fármacos", ha explicado el doctor del Complejo Hospitalario de Granada, que se está celebrando en Madrid, Luis Gutiérrez.
No obstante, y aunque los efectos del tabaco podrían resultar ciertamente beneficiosos a corto plazo, los daños físicos que produce en estos pacientes también tienen que ver con procesos oncológicos, patologías pulmonares, dermatológicas, lesiones odontológicas o problemas de esterilidad, además de desencadenar en una muerte prematura.
Asimismo, el experto ha avisado de que las consecuencias a nivel psíquico son también "muy importantes", ya que son un factor de muy mal pronóstico porque están más asociadas a mayores recaídas y a menor eficacia de los fármacos o sintomatología más aguda. Así, ha aludido a un estudio publicado recientemente que muestra que en el caso de los pacientes con esquizofrenia adictos al tabaco la esperanza de vida se reduce unos 28 años.
"Además, estos pacientes duales fuman con más intensidad. A pesar de esto, es importante concienciar tanto a profesionales, como a pacientes de la necesidad de que estos pacientes se los trate integralmente de la patología dual", ha apostillado.
EL CANNABIS, LA DROGA ILEGAL MÁS CONSUMIDA EN EUROPA Y ESTADOS UNIDOS
Por su parte, la directora del National Institute on Drug Abuse (NIDA) de Estados Unidos, Nora Volkow, ha recordado que el cannabis es la droga ilegal más consumida en Europa y América del Norte, avisando de que es un factor "muy importante" que influye de manera directa en el desarrollo del cerebro y de sus funciones.
En concreto, el THC, la sustancia psicoactiva del cannabis, es el elemento fundamental que interfiere y perturba el sistema endocannabinoide y un amplio número de neurotransmisores imprescindibles para el correcto funcionamiento cerebral. "La interacción entre el THC y este sistema puede desencadenar en numerosos efectos negativos como problemas de aprendizaje y de memoria, funciones motoras, mayor riesgo de psicosis y, por supuesto, adicción", ha comentado.
Según los profesionales, durante la década pasada se ha producido un gran avance en la comprensión de los complejos circuitos que funcionan detrás de las enfermedades mentales. "Este nuevo paradigma de compresión y análisis de estas patologías nos ha abierto una ventana y es aún más importante cuando hablamos de patología dual. Esta nueva realidad nos va a permitir seguir desarrollando estrategias de tratamiento y abordaje holísticas y globales", ha aseverado Volkow.
Respecto a la cocaína, la doctora del servicio de Psiquiatría del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, Lara Grau-López, ha explicado que las personas dependientes de cocaína presentan a menudo síntomas depresivos que incluso cumplen criterios diagnósticos para el trastorno depresivo mayor.
"Asimismo, puede asociarse a trastornos de ansiedad como crisis de angustia, o síntomas comunes con fobia social, ansiedad generalizada o trastorno de estrés postraumático. Además, es habitual que estas personas sufran síntomas psicóticos asociados. De hecho, el 75 por ciento de los pacientes con adicción a la cocaína sufre algún brote psicótico en algún momento del consumo", ha argumentado.
Finalmente, la doctora ha informado de que la psicosis cocaínica (o inducida por cocaína) es una de las complicaciones psicopatológicas más frecuentes y de mayor gravedad relacionadas con su uso. "Lo más característico es la sintomatología paranoide, ideas delirantes autorreferenciales de perjuicio, persecución o celotípicas, con el consiguiente sentimiento de amenaza y episodios de auto o hetero-agresividad", ha zanjado Grau-López.