MADRID, 21 Dic. (EUROPA PRESS) -
El 40 por ciento de los hombres infértiles tiene varicocele asociado, un proceso benigno que consiste en la dilatación anómala de las pequeñas venas que rodean al testículo, también conocidas como varices escrotales, producido por el acúmulo anormal de la sangre que no es drenada eficazmente hacia el exterior de los testículos como consecuencia del reflujo o la pérdida de capacidad de las varices escrotales para drenar la sangre.
Así lo ha comentado la miembro de la Unidad Vascular Intervencionista del Hospital Universitari Doctor Josep Trueta de Girona y portavoz de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI), Laura Paúl Ferrer, quien ha informado de que se estima que aproximadamente uno de cada cinco hombres presenta varicocele.
Entre los síntomas más habituales del varicocele se encontrarían la aparición de tumoración benigna, habitualmente indolora, el dolor sordo leve moderado, y la citada infertilidad secundaria por la alteración de la calidad del espermiograma masculino (disminución de la cantidad y la calidad de los espermatozoides).
"El diagnóstico precoz del varicocele evita tanto el disconfort y la ansiedad causados por la sintomatología descrita como los trastornos en la calidad del esperma, que con el tratamiento se pueden revertir rápidamente, pero que en ausencia del mismo pueden generar problemas irreversibles", ha dicho Ferrer, tras reconocer que en la mayoría de casos sintomáticos el varicocele se suele diagnosticar "rápidamente mediante una buena exploración física y las pruebas de imagen complementarias".
El problema, añade, se produce en casos subclínicos en los que los pacientes no presentan una importante sintomatología, algo que incrementa el infradiagnóstico y retrasa el diagnóstico hasta edades más avanzadas, cuando se empiezan a producir los trastornos de la fertilidad.
La prioridad del tratamiento del varicocele es controlar los síntomas importantes generados por el mismo, especialmente el dolor, y devolver la función de los testículos a la normalidad. En la actualidad, coexisten dos vías de tratamiento de este proceso benigno. Por un lado, la quirúrgica, realizada por los urólogos, que puede realizarse mediante una cirugía abierta o laparoscopia; y, por otro, la endovascular, realizada por los radiólogos intervencionistas y que es un tratamiento mínimamente invasivo realizado a través de un catéter guiado por rayos X que consiste en la oclusión o bloqueo de los vasos mediante la inyección de materiales embolizantes.
"Esta técnica presenta tasas de eficacia muy similares a la técnica quirúrgica y, además, evita las complicaciones derivadas de las cirugías convencionales. Los pacientes suelen recibir el alta el mismo día del procedimiento, pudiendo hacer vida normal al día siguiente, y la recuperación es más rápida y con menos dolor. Esta intervención presenta beneficios en prácticamente el cien por cien de los pacientes, manifestada en una mejoría o desaparición del dolor y la tumoración, así como en una mejoría de los parámetros del seminograma", ha zanjado la doctora.