MADRID, 14 Mar. (EUROPA PRESS) -
El síndrome de apnea-hipopnea de sueño (SAHS) afecta al 10 por ciento de los niños, porcentaje que se eleva al 15 por ciento en el caso de los menores de siete años, según ha informado la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), con motivo del III Congreso Iberoamericano SAOS y de la celebración, este viernes, del Día Mundial del Sueño.
Además, según datos de la Asociación Española de Pediatría, entre un 25 y un 30 por ciento de los niños menores de cinco años presenta problemas o alteraciones del sueño, entre ellas el síndrome de apnea-hipopnea del sueño. Sin embargo, muchos están sin diagnosticar porque se llega asumir que el niño duerme mal o, incluso, porque muchas veces los signos de sospecha, como la irritabilidad, se confunden con otras enfermedades como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
"Algunos niños que se muestran irritados o inquietos durante el día están así por no tener un sueño reparador", ha advertido el director del III Congreso Iberoamericano SAOS y presidente de Reuniones y Congresos de la SEORL-CCC, Guillermo Plaza, para explicar que si durante el descanso de los niños hay pausas de respiración de más de 10 segundos de duración y, como consecuencia de ellas, el niño se despierta varias veces, es posible que se esté ante un caso de síndrome de apnea del sueño, aunque la manifestación más clara sean los ronquidos.
Además, prosigue, puede aparecer irritabilidad, falta de descanso, interrupción en el crecimiento, trastornos del aprendizaje y, en ocasiones, complicaciones cardiovasculares. En este sentido, el experto ha comentado que los principales factores de riesgo que les predisponen a sufrir este síndrome son la hipertrofia adenoidea y amigdalar, las malformaciones craneofaciales, el síndrome de Down y la obesidad.
El tratamiento de primera línea en los casos de síndrome de apnea-hipopnea de sueño infantil es la adeno-amigdalectomía, que es la intervención que permite extirpar las amígdalas y las vegetaciones adenoideas. Además, y según ha informado el doctor Plaza, en el caso de niños obesos se indicará siempre la pérdida de peso ya que está comprobado que esta reducción mejora los síntomas de la enfermedad.
Por otro lado, en los casos dudosos se empleará una somnoscopia o endoscopia del sueño (DISE). "Se trata de una prueba diagnóstica que nos permite conocer el punto exacto de la faringe en el que se produce la obstrucción causante de la apnea del sueño y del ronquido. De esta manera, a través de un fibroscopio el otorrinolaringólogo puede determinar, además del diagnóstico, el tratamiento más adecuado a cada caso", ha dicho el experto.