MADRID, 4 Mar. (EUROPA PRESS) -
Apenas el 34 por ciento de las mujeres con enfermedad crónica tiene reconocida la discapacidad en España, frente al 43 por ciento de hombres, según el estudio 'Mujer, discapacidad y enfermedad crónica', realizado por la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) en colaboración con la Fundación ONCE, el Observatorio Estatal de la Discapacidad y la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
"Es un dato preocupante que solo el 34 por ciento tenga reconocida su discapacidad. Habrá que trabajar para que la cifra se incremente, invitando a que soliciten el reconocimiento de su discapacidad. Su situación es un problema que convendría atajar lo antes posible", ha instado el director general de Políticas de Discapacidad del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, Jesús Celada.
El informe, presentado este miércoles en la Sala Constitucional del Congreso de los Diputados, tiene como objetivo principal conocer la situación particular de las mujeres con enfermedad crónica, poniendo el foco en el ámbito laboral y prestando especial atención a la situación de discapacidad. Así, sus resultados permiten identificar áreas de mejora y proponer medidas que minimicen el impacto que tiene el género en la salud de las personas.
De acuerdo con los resultados de este trabajo, que ha realizado 2.656 entrevistas 'on line' a una muestra de personas con enfermedad crónica, las mujeres esperan hasta seis años para ser diagnosticadas con su enfermedad crónica, en comparación con 3,2 años en hombres. Además, solo el 38 por ciento de este grupo de población cuenta con el certificado de discapacidad, y el 7 por ciento se encuentra en proceso de tramitación. En relación a los motivos por los que no cuentan con elo, en su inmensa mayoría es porque nunca lo han solicitado. Y esta razón, aunque es en todos los casos mayoritaria, afecta algo más a las mujeres (85%) que a los hombres (75%).
El estudio destaca la "gran falta de información" sobre el derecho a solicitar un reconocimiento de la discapacidad. Además, un 15 por ciento de las mujeres y un 12 por ciento de los hombres señalan que no lo solicitan porque los baremos actuales para obtener el certificado no recogen las peculiaridades de su enfermedad. El 33 por ciento de las mujeres asegura que le falta información y el 23 por ciento creía que no tenía derecho a la prestación, entre otras razones.
EL 38% DE LAS MUJERES CON ENFERMEDAD CRÓNICA TRABAJAN
Sobre el impacto laboral, económico y educativo, el informe recoge que un 38 por ciento de las mujeres con enfermedad crónica trabajan, mientras que, en el caso de los hombres, este porcentaje baja hasta el 32 por ciento. "Esto se explica porque las mujeres consiguen menos incapacidades permanente, es decir, no pueden dejar de trabajar", argumentan los autores de esta investigación.
"Hay muchas situaciones de enfermedad crónica que no se están tratando correctamente. Sabemos que, en muchas ocasiones, las mujeres sufren mayor prevalencia de patologías crónicas. Esto suele suceder porque vamos menos al médico, y cuando acudimos la situación ya está cronificada, aunque la situación se podría haber revertido antes", ha comentado la directora adjunta de Formación y Empleo y Transformación de Fundación ONCE, Virginia Carcedo, quien ha apostado por "concienciar" a la población en que la mujer con enfermedad crónica "no debe ser aportada del mercado laboral", sino que la solución pasa por "medidas que permitan que puedan seguir trabajando".
Los hombres con enfermedad crónica que disfrutan de una pensión son muchos más: mientras un 20 por ciento obtiene la incapacidad laboral permanente, tan solo la obtienen un 11 por ciento de las mujeres. No obstante, en relación a las bajas laborales, se aprecia un comportamiento muy diferente entre hombres y mujeres. Hay un 13 por ciento de mujeres y tan solo un 3 por ciento de hombres en situación de baja laboral transitoria.
Por otra parte, existe una mayor proporción de mujeres desempleadas (15%) que hombres (13%). Son muchos más los hombres que se jubilan (26%) que mujeres (7%), mientras que hay más mujeres que realizan las labores del hogar (7%) que hombres (1%). Un 60 por ciento de los hombres que se encuentran en estadio 2 de avance de la enfermedad obtienen una pensión contributiva, mientras que tan solo lo hacen un 16 por ciento de las mujeres.
Además, un 28 por ciento de pacientes crónicos afirma haber tenido que dejar de estudiar en algún momento debido a su enfermedad. La incidencia por sexos es sensiblemente mayor para la mujer que para el hombre. La patología influye en una menor cualificación de la que hubiese sido posible, afectando nuevamente esto más a las mujeres que a los varones.
ATENCIÓN Y CUIDADOS
El estudio también aborda los roles de atención y cuidado en las personas con enfermedad crónica. Por ejemplo, apuntan que el 19 por ciento de las mujeres y el 15,5 por ciento de los hombres cuidan a otra persona con discapacidad, enfermedad y/o dependencia, dedicando las mujeres 10 horas semanas más de media que los hombres a esta tarea. Cuando el cuidador es una persona con enfermedad crónica, el informe advierte de que el cuidado puede suponer un empeoramiento aún mayor de los síntomas de su patología: el 36 por ciento de las mujeres afirman que su salud ha empeorado algo o mucho frente al 28 por ciento de hombres.
El 76 por ciento de las mujeres, en comparación con el 56 por ciento de los hombres, afirman relacionarse menos que antes de tener la enfermedad. Según los resultados de esta investigación, el grado de avance de la patología es una variable que incide "muchísimo" en que las personas con enfermedad debiliten considerablemente sus lazos sociales. A mayor avance, menores relaciones sociales, no solo en las relaciones cara a cara, sino también a través del teléfono móvil.
Así, el informe evidencia que la consecuencia directa es que al impacto sobre la salud también se añade un perjuicio sobre la vida social, que se ve afectada. También hay que tener en cuenta que las personas con enfermedades crónicas tienen limitada su autonomía, puesto que la enfermedad condiciona en gran medida que vivan solas: el 62 por ciento de las personas conviven con dos o tres miembros, mientras que en el conjunto de España son el 51 por ciento.