MADRID, 1 Feb. (EUROPA PRESS) -
Los sofocos, el síntoma más característico durante la menopausia, resultan muy molestos en épocas de verano por el intenso calor que generan; sin embargo, el invierno puede suponer también una etapa complicada, ya que después del sofoco suele producirse un escalofrío que puede ser aún más difícil de sobrellevar debido a las bajas temperaturas, según aseguran los expertos de Procare Health.
El sofoco, un síntoma que sufren cerca del 80 por ciento de las mujeres durante la menopausia y que persiste en el 20 por ciento de ellas durante al menos cinco años, se produce por el descenso de los niveles de hormonas propio de esta etapa.
"El déficit de estrógenos hace que el hipotálamo, responsable de la termorregulación corporal, se vuelva más sensible e inestable, causando que después de los sofocos algunas mujeres sufran escalofríos o temblores", afirma la doctora Francisca Molero, ginecóloga y sexóloga presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
Los sofocos pueden producir un calor intenso y molesto que provoca enrojecimiento de la piel, sensación de ahogo y sudor excesivo. Suelen durar entre 30 segundos y 5 minutos y aparecer varias veces en el día y la noche, donde pueden ser más manifiestos los escalofríos debido a la bajada de temperatura tanto ambiental como corporal.
Hay una serie de factores que pueden hacer más molestos los sofocos o los escalofríos durante la menopausia en invierno. Para evitarlos, los expertos de Procare Health ofrecen una serie de consejos, como limitar el consumo de cafeína y alcohol, ya que pueden desestabilizar el sistema de regulación de la temperatura corporal, además de interferir en el sueño.
Otra recomendación es seguir una dieta adecuada. El incremento de grasa corporal, debido a un mayor consumo de grasas, azúcares o comidas picantes durante el invierno, aumenta el riesgo de sufrir sofocos; por ello es importante controlar el peso.
Vestirse por capas es otro de los consejos, ya que así pueden disminuir el calor intenso generado por los sofocos y, al mismo tiempo, abrigarse cuando surge la sensación de frío posterior. Por la noche, es aconsejable usar ropa de cama y pijamas de tejidos transpirables, además de tener ropa de repuesto a mano por si se humedece la que se lleva puesta.
También es bueno prevenir infecciones víricas para evitar la fiebre, que puede desestabilizar aún más el sistema de termorregulación corporal.