MADRID 31 May. (EUROPA PRESS) -
Un estudio ha revelado el mecanismo por el que el cáncer de mama suprime la producción de insulina, perjudicando la regulación del azúcar en sangre y provocando diabetes, lo que, a su vez, favorece el crecimiento del tumor, según publican los investigadores en la revista 'Nature Cell Biology'.
El cáncer de mama y la diabetes de tipo 2 parecen ser enfermedades claramente diferentes, con un punto en común únicamente. Sin embargo, investigaciones anteriores han descubierto asociaciones entre ambas enfermedades. Las mujeres con diabetes, por ejemplo, tienen entre un 20 y un 27 por ciento más de riesgo de desarrollar cáncer de mama.
La resistencia a la insulina -una característica clave de la diabetes- se ha asociado a la incidencia del cáncer de mama y a la escasa supervivencia. Los estudios de población sugieren que el riesgo de diabetes empieza a aumentar dos años después del diagnóstico de cáncer de mama y que, a los 10 años del diagnóstico, el riesgo es un 20% mayor en las supervivientes de cáncer de mama que en las mujeres de la misma edad sin cáncer de mama.
Pero estos vínculos epidemiológicos no son claros ni definitivos, y algunos estudios no han encontrado ninguna relación. En el nuevo estudio el equipo de investigación dirigido por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego describe un posible mecanismo biológico que conecta ambas enfermedades, en el que el cáncer de mama suprime la producción de insulina, lo que da lugar a la diabetes, y el deterioro del control del azúcar en la sangre promueve el crecimiento del tumor.
"Ninguna enfermedad es una isla porque ninguna célula vive sola --explica la autora del estudio Shizhen Emily Wang, profesora de patología de la Facultad de Medicina de la UC San Diego--. En este estudio, describimos cómo las células del cáncer de mama perjudican la función de los islotes pancreáticos para que produzcan menos insulina de la necesaria, lo que conduce a niveles de glucosa en sangre más altos en las pacientes con cáncer de mama en comparación con las mujeres sin cáncer".
Wang señala que el estudio se inspiró en los primeros trabajos y la orientación de Jerrold Olefsky, profesor de medicina y decano asociado para asuntos científicos en la División de Endocrinología y Metabolismo de la Facultad de Medicina de la UC San Diego. Olefsky es coautor del estudio con Wang.
El culpable, según Wang y Olefsky, son las vesículas extracelulares (VE), esferas huecas secretadas o desprendidas por las células que transportan ADN, ARN, proteínas, grasas y otros materiales entre las células, una especie de sistema de comunicación de carga.
En este caso, se descubrió que las células cancerosas secretaban microARN-122 en las vesículas. Wang apunta que cuando las vesículas llegan al páncreas, pueden entrar en las células de los islotes responsables de la producción de insulina, dispensar su carga de miR-122 y dañar la función crítica de los islotes para mantener un nivel normal de glucosa en sangre.
"Las células cancerosas son muy golosas --explica Wang--. Utilizan más glucosa que las células sanas para alimentar el crecimiento del tumor, y ésta ha sido la base de las exploraciones con PET para la detección del cáncer. Al aumentar la glucosa en sangre que pueden utilizar fácilmente las células cancerosas, los tumores de mama fabrican su propia comida favorita y, mientras tanto, privan de este nutriente esencial a las células normales".
La investigación se llevó a cabo utilizando modelos de ratón, en los que se descubrió que los gránulos de insulina de liberación lenta o un fármaco reductor de la glucosa conocido como inhibidor de SGLT2 restablecían el control normal de la glucosa en presencia de un tumor de mama, lo que a su vez suprimía el crecimiento del tumor.
"Estos hallazgos respaldan la necesidad de una mayor detección y prevención de la diabetes entre las pacientes y supervivientes de cáncer de mama", subraya Wang, señalando que un inhibidor de miR-122, desarrollado por Regulus Therapeutics Inc. en San Diego, se encuentra actualmente en fase de ensayo clínico como un posible tratamiento para la hepatitis C crónica, y ha resultado ser eficaz para restaurar la producción normal de insulina y suprimir el crecimiento del tumor en modelos de ratón de cáncer de mama.
"Estos inhibidores de miR-122, que resultan ser los primeros fármacos basados en miRNA que entran en ensayos clínicos, podrían tener un nuevo uso en la terapia del cáncer de mama", señala Wang.