MADRID, 10 May. (EUROPA PRESS) -
Las mujeres que padecen artritis crónica y autoinmune no tienen porque tener problemas para ser madres ya que "la artritis no provoca infertilidad ni reduce las posibilidades de quedarse embarazada", señala la jefa del servicio de reumatología del Hospital HM Sanchinarro, Paloma García, con motivo de la campaña 'Activo frente a la artritis, mes a mes' creada por la Coordinadora Nacional de Artritis.
No obstante, sí puede influir la toma de ciertos fármacos para controlar esta patología durante el embarazo porque pueden afectar al feto y, por eso, "el embarazo se debe planificar bien" para evitar riesgos.
Las mujeres que padecen artritis suelen presentar miedo e inseguridad a la hora de quedarse embarazadas y esta iniciativa tiene como propósito informar y animar para que sepan que, con una buena planificación, control y cuidado, pueden ser madres.
PLANIFICACIÓN ANTERIOR AL EMBARAZO
"Más del 75 por ciento de las mujeres con artritis mejoran de su enfermedad durante los nueve meses de gestación", ha indicado la ginecóloga del Instituto de Salud de la Mujer José Botella Llusía y del Hospital Clínico San Carlos, Nuria Izquierdo Méndez.
El problema aparece cuando se da a luz porque el "90 por ciento de estas pacientes tienen una reagudización de la enfermedad en las semanas o meses después del parto", añade. La causa de la recaída se debe al factor hormonal que influye en la artritis porque "tras el parto hay un cambio del balance hormonal que normalmente provoca un brote, por ello los especialistas debemos estar especialmente atentos a este momento", ha señalado la doctora Paloma García.
Por esta razón, es muy importante planificar el momento de quedarse embaraza y "este tipo de embarazos requiere un enfoque multidisciplinar con profesionales expertos en enfermedades autoinmunes sistémicas, reumatólogos, obstetras experimentados en el manejo de embarazos y neonatólogos", explica la doctora Izquierdo.
"Se evalúan las distintas terapias farmacológicas y no farmacológicas para ser utilizadas durante el embarazo, por ello es vital ajustar la medicación y buscar el momento oportuno que, normalmente, es tras seis meses sin brote", ha añadido.
Respecto al tratamiento farmacológico, la especialista ha indicado que se debe individualizar y "será elegido por categoría y valorando siempre el riesgo y beneficio".
DURANTE EL EMBARAZO
Los nueve meses de gestación para las mujeres con artritis no se diferencia mucho de las mujeres sin esta enfermedad. Por lo general, el especialista suele derivar a la paciente a las consultas de alto riesgo para hacer un seguimiento multidisciplinar, aunque en la mayoría de los casos son embarazos normales.
"Uno de los primeros síntomas del embarazo en cualquier mujer es el cansancio, para quienes ya tienen cansancio debido a la artritis, la fatiga puede empeorar; por lo demás, el embarazo tiene poco efecto en la artritis ya que si los efectos de la patología son relativamente leves durante el primer trimestre, lo más probable es que siga así los meses restantes", explica la doctora Izquierdo.
CUANDO LLEGA EL BEBÉ
Los síntomas relacionados con la artritis tienden a empeorar después de dar a luz. "Es una etapa crítica que requerirá ser vigilada por el reumatólogo, ya que precisará comenzar con medicación y sabemos que algunos medicamentos pueden interferir con la lactancia o simplemente pueden ser dañinos para el bebé", incide la ginecóloga Nuria Izquierdo.
La madre puede sufrir dolores, entumecimiento de articulaciones, falta de movilidad y cansancio extremo, entre otros efectos que limitan el cuidado del recién nacido. "No se puede decir que una madre no va a poder coger a su hijo, aunque es cierto que en pleno brote pueden tener dificultades; se debe seguir una serie de recomendaciones sobre higiene postural", ha apuntado el terapeuta ocupacional en el Hospital Universitario La Paz, Hospital Cantoblanco y Hospital Carlos III, Alfonso Riaza.
Las sesiones de terapia ocupacional resultan de gran ayuda para estas madres, ya que aprender a usar ciertos dispositivos y adquirir una buena higiene postural que facilitan la ejecución de los cuidados que necesita un recién nacido. De hecho, la terapia ocupacional puede facilita dar el pecho, cambiar el pañal y bañar al bebé