MADRID, 6 Mar. (EUROPA PRESS) -
Anesvad ha avisado de que las mujeres y niñas de África subsahariana tienen un mayor riesgo a enfermedades tropicales desatendidas (ETD), por lo que ha reclamado una mayor atención para este colectivo y una mejor educación por ser la base de su empoderamiento.
Los condicionantes socioculturales son responsables del gran impacto de estas enfermedades olvidadas en mujeres y niñas. De hecho, en países como Ghana, Togo o Benín se ven más expuestas a las ETD debido a costumbres como el reparto tradicional de roles por género. Por ejemplo, a las mujeres se las responsabiliza del cuidado de los menores, entre los que la tasa de contagio de pian o úlcera de Buruli es mayor.
Además, tal y como ha denunciado la organización, ellas son también las encargadas de limpiar y cocinar, tareas que suelen realizar en unas deficientes condiciones higiénico-sanitarias. Además, como parte de sus responsabilidades domésticas, las mujeres recolectan, transportan, almacenan y gestionan dos terceras partes del total de agua que se utiliza para uso diario doméstico, lo que las expone a ciertas ETD cuya presencia se asocia a la mala salubridad de ésta.
A esta situación hay que añadir el hecho de que las secuelas físicas que dejan estas enfermedades incapacitantes limitan sus posibilidades de encontrar un empleo y ser autónomas. "La fuerte discriminación social a la que se ven abocadas entonces condiciona su capacidad de relacionarse, prosperar y formar su propia familia, lo que las condena a vivir una vida de miseria y a entrar en un ciclo de pobreza, sometimiento social y exposición aún más prolongada a otras ETD", ha dicho Anesvad.
Incluso aunque no se vean afectadas por alguna de estas enfermedades, apostilla, es común que las mujeres y niñas sufran sus consecuencias sociales y económicas en primera persona, ya que suelen ser obligadas a dejar sus estudios o trabajos para ocuparse de otros miembros de la familia que hayan enfermado, o cuando se necesitan reforzar las labores domésticas.
EDUCACIÓN PARA FOMENTAR EL EMPODERAMIENTO FEMENINO
Por ello, Anesvad ha reclamado el papel de la educación para fomentar el empoderamiento femenino y romper con la situación de sobreexposición a estas enfermedades que sufren las mujeres. A su juicio, la formación es un motor de cambio que permite construir un futuro "más equitativo" para el colectivo femenino en los países de África subsahariana en los que Anesvad opera, por lo que ha recordado que debe apostarse por políticas inclusivas en materia de educación desde edades tempranas, pues es entonces cuando a las niñas se las empieza a segregar.
"A pesar del esfuerzo realizado por los gobiernos africanos durante las últimas décadas para facilitar el acceso de los niños y niñas a la escuela, siguen persistiendo graves diferencias de género. En el rango infantil (6 a 11 años de edad) más de la mitad de la población no escolarizada del mundo se encuentra en África subsahariana, de entre las que destacan las niñas, que suponen el 60 por ciento del total: 17 millones", ha añadido la organización.
Si se contabiliza toda la etapa escolar (hasta los 16 años), la cifra es aún "más abrumadora". Así, según la Unesco, en África subsahariana hay cerca de 30 millones de niñas y adolescentes sin escolarizar que nunca pisarán un aula, lo que supone un 40 por ciento de la población mundial de mujeres jóvenes analfabetas.
"Pero incluso para aquellas que sí están escolarizadas el futuro no es todo lo esperanzador que debería. Los datos indican que las niñas tienen menos posibilidades que los niños de terminar los estudios. Para muchas de ellas un recorrido lectivo de cinco años es el mayor nivel educativo al que pueden aspirar, pudiendo incluso repetir uno o más cursos durante este período. Ya como adolescentes, a muchas de las que superan ese límite se las sigue obligando a abandonar la escuela para que se dediquen al hogar o se preparen para contraer matrimonio. Sólo una de cada tres chicas acaba la educación secundaria", ha zanjado Anesvad.