MADRID, 24 Oct. (EUROPA PRESS) -
Los gritos de los bebés activan regiones cerebrales específicas relacionadas con el movimiento y el habla, según un estudio de madres de 11 países realizado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) estadounidenses.
Los hallazgos, liderados por investigadores del Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés) Eunice Kennedy Shriver de NIH, identifican comportamientos y actividades cerebrales subyacentes que son consistentes entre madres de diferentes culturas. Comprender estas reacciones puede ayudar a localizar y tratar a cuidadores en riesgo de maltrato infantil y otros comportamientos problemáticos.
El equipo del estudio realizó una serie de estudios de imágenes del cerebro y del comportamiento utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI, por sus siglas en inglés). En un grupo de 684 nuevas madres en Argentina, Bélgica, Brasil, Camerún, Francia, Israel, Italia, Japón, Kenia, Corea del Sur y Estados Unidos, los científicos observaron y registraron una hora de interacción entre las madres y sus bebés de cinco meses en casa.
El equipo analizó si las madres respondían a los llantos de su bebé mostrándoles afecto, distrayéndoles, alimentándolos, levantándolos, cogiéndoles en brazo o hablándoles. Independientemente del país del que provengan, es probable que las madres cojan y sostengan o hablen con su bebé llorando.
A través de estudios fMRI de otros grupos de mujeres, el equipo descubrió que los gritos infantiles activaban regiones cerebrales similares en madres nuevas y con experiencia: el área motora suplementaria, que está asociada con la intención de moverse y hablar; las regiones frontales inferiores, que están involucradas en la producción del habla; y las regiones temporales superiores que están asociadas al procesamiento de sonido.
En general, los hallazgos sugieren que las respuestas de las madres al llanto de los bebés están conectadas y generalizadas en todas las culturas. El estudio también se basa en trabajos anteriores que muestran que los cerebros de mujeres y hombres responden de manera diferente a los llantos infantiles.