MADRID, 24 Jul. (EUROPA PRESS) -
Un nuevo estudio de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign (Estados Unidos) analiza los patrones de la madre y el bebé durante los dos primeros años de vida del mismo, identificando factores predictivos y ofreciendo recomendaciones para inculcar hábitos saludables en las madres primerizas, que pueden sufrir insomnio durante esta etapa.
"Los dos primeros años son un periodo realmente crítico en el que se produce un gran desarrollo, y el sueño es importante para la salud. Queríamos estudiar la relación entre el sueño de la madre y el del bebé y si cambia con el tiempo", explica Tianying Cai, ahora investigadora postdoctoral en la Universidad Northwestern.
Así, identificaron dos grupos distintos, un grupo de sueño materno bajo en el que las madres duermen entre 5 y 6 horas por noche, y un grupo de sueño materno medio, que cumple las directrices nacionales de sueño recomendadas con entre 7 y 8 horas por noche. Los niños del grupo de sueño materno bajo también dormían menos, aunque la diferencia no era tan grande como en el caso de las madres.
El equipo de investigación siguió a los padres de 464 bebés durante los dos primeros años de vida. Las madres completaron encuestas sobre las rutinas a la hora de dormir, la duración del sueño de sus hijos, los despertares nocturnos y los problemas de sueño a los 3, 12, 18 y 24 meses de edad.
Las familias formaban parte de 'STRONG Kids 2', un programa que promueve la nutrición y los hábitos saludables en las familias con niños pequeños. Las codirectoras de 'STRONG Kids 2', Barbara Fiese, profesora emérita de HDFS, y Sharon Donovan, profesora de ciencias de la alimentación y nutrición humana, también contribuyeron al estudio.
Las madres que encajaban en el perfil de sueño materno bajo dormían una media de 5,74 horas por noche a los 3 meses y 5,9 horas entre los 12 y los 24 meses, mientras que sus hijos dormían 9,6 y 10,52 horas, respectivamente. En el perfil de sueño medio, las madres dormían 7,31 horas a los 3 meses y 7,28 horas de los 12 a los 24 meses, mientras que los niños dormían una media de 9,99 horas a los 3 meses y 11 horas de los 12 a los 24 meses.
El equipo de investigación también identificó los factores que influyen en la cantidad de sueño de la madre. Como era de esperar, uno de los factores de predicción más importantes es la señal de despertar nocturno del bebé, lo que significa que es más probable que el bebé alerte a sus padres por la noche. Esto puede deberse a que los bebés se despiertan con más frecuencia o a que las madres se despiertan más cuando los bebés se mueven, según Cai.
Las madres que tenían más horas de trabajo eran más propensas a estar en el grupo de sueño bajo a los 3 meses, aunque esto ya no era un factor a los 12 meses. Además, las madres que amamantaban a sus hijos a los 12 meses tenían más probabilidades de pertenecer al grupo de sueño medio.
Con el tiempo, muchas familias pasaron del grupo de sueño bajo al de sueño medio a medida que se consolidaban los patrones de sueño del bebé. A los 3 meses, el 60 por ciento estaba en el grupo de sueño materno bajo y el 40 por ciento en el grupo medio, mientras que a los 12 meses las cifras se invertían. La mayoría de los que estaban en el grupo de sueño medio a los 3 meses siguieron estándolo durante todo el periodo de estudio.
Los investigadores descubrieron que una hora de acostarse más temprana y unas rutinas constantes se asociaban a mejores patrones de sueño, lo que corrobora un estudio anterior de Fiese y Cai.
"Si los padres pueden establecer rutinas de acostarse temprano a los tres meses, mejora la duración del sueño y se reducen los problemas de sueño", ha señalado Fiese. "Los padres pueden sentirse abrumados y no se dan cuenta de que tienen esto en su caja de herramientas. Algo tan sencillo como fijar desde el principio una hora regular para irse a la cama y tener rutinas, como leer un cuento al niño antes de que se acueste. Puede que creas que no lo entienden, pero el ritmo de tu voz establece la previsibilidad, y puedes ampliar esta rutina a la hora de acostarse durante los primeros años de vida", ha apuntado.
Los investigadores señalaron que no observaron diferencias significativas debidas a las características demográficas de la muestra.
"La educación materna, los ingresos o el origen étnico no predijeron la pertenencia a grupos de sueño entre los 3 y los 24 meses; todos los padres se enfrentaban a retos similares. Creo que tener un bebé es un gran ecualizador para muchas cosas, aunque las madres que tienen que volver a trabajar o que trabajan más horas pueden tener más presiones", ha dicho Donovan.
Aun así, hay medidas que todo el mundo puede tomar para mejorar los hábitos a la hora de acostarse y los patrones de sueño. "Llevar a los niños a la cama más temprano e intentar cumplir las directrices de la Academia Americana de Pediatría es realmente importante, porque los estudios han demostrado que el sueño está asociado a muchos resultados neurocognitivos y a la salud de los niños. Los padres pueden ser bastante proactivos, incluso en las primeras etapas de la vida, para que sus hijos empiecen con buen pie", concluye.