MADRID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -
Cuando los bebés son amamantados, reciben un refuerzo inmunológico que les ayuda a luchar contra las enfermedades infecciosas, según una investigación liderada por Katherine Wander, profesora asociada de antropología de la Universidad de Binghamton (Estados Unidos).
Para el proyecto, el equipo de investigación estudió a casi 100 parejas de madres y bebés en la zona rural del Kilimanjaro (Tanzania). La lactancia materna prolongada es la norma en esta población y las enfermedades infecciosas durante la infancia son muy comunes, incluso en comparación con otras zonas de África oriental. Esto hace que el Kilimanjaro sea un escenario ideal para empezar a entender cómo la protección inmunológica de la leche podría afectar al riesgo de enfermedades infecciosas.
"La mayoría de las veces se oye hablar del sistema inmunitario de la leche en términos de la transferencia de anticuerpos maternos a los bebés a través de la leche (lo que probablemente sea muy importante), pero parece que hay mucho más. El sistema inmunitario de la leche es un sistema completo, capaz de generar respuestas inmunitarias. Sólo estamos empezando a comprender todo el alcance y el papel del sistema inmunitario de la leche", afirma Wander, cuyo trabajo se ha publicado en la revista científica 'Evolution Medicine and Public Health'.
La leche materna contiene todo lo necesario para montar respuestas inmunitarias, desde anticuerpos hasta múltiples tipos de células inmunitarias y más. Aunque se originan en el sistema inmunitario de la madre, estos componentes de la leche parecen estar curados en lugar de ser seleccionados al azar a partir de la sangre de la madre, aunque ese mecanismo sigue siendo poco conocido.
Para comprobar el impacto del sistema inmunitario de la leche en la salud de los bebés, los investigadores combinaron unos mililitros de leche con una pequeña cantidad de bacterias, y luego colocaron la mezcla en una incubadora durante la noche.
A continuación, midieron el aumento de interleucina-6, una molécula de comunicación celular inmunitaria que promueve la inflamación. Esta respuesta in vitro da una indicación de cómo es probable que el sistema inmunitario de la leche responda a las bacterias que se encuentran en el cuerpo del bebé, en el intestino, por ejemplo.
El equipo de investigación también hizo un seguimiento de los bebés tanzanos para evaluar si los que recibieron leche con respuestas inmunitarias más fuertes durante las pruebas in vitro tenían menos riesgo de padecer enfermedades infecciosas. Así parecía ser: los bebés cuya leche materna presentaba una mayor respuesta a la 'Salmonella' tenían menos enfermedades infecciosas, sobre todo infecciones respiratorias como la neumonía.
Pero la leche que presentaba mayores respuestas a la 'Salmonella' también tendía a presentar respuestas más fuertes a una cepa benigna de 'E. coli', que es común en el tracto intestinal humano, y estas respuestas no eran beneficiosas para los bebés.
Los lactantes que recibieron leche con respuestas más fuertes a 'E. coli' tenían un mayor riesgo de sufrir infecciones gastrointestinales. Esto puede indicar que las respuestas inadecuadas del sistema inmunitario de la leche (por ejemplo, a las bacterias normalmente presentes en el intestino) pueden ser perjudiciales. Los autores señalan que las bacterias intestinales desempeñan un papel importante en la prevención de la diarrea y otras enfermedades infecciosas.
Aunque todas las respuestas inmunitarias tienen contrapartidas, la desventaja de la leche, tanto inmediata como común, fue un descubrimiento sorprendente. "Con tanto en juego, realmente esperábamos que el sistema inmunitario de la leche estuviera muy ajustado para proteger a los bebés contra las infecciones", detalla Wander.
Los investigadores esperaban ver, como mucho, los efectos negativos de las respuestas inmunitarias inadecuadas en algún momento, como un crecimiento más lento o una flora microbiana menos que ideal. Pero diferenciar entre amigo y enemigo microbiano es una tarea complicada incluso para los sistemas inmunitarios maduros de los adultos, como lo es eliminar una infección sin dañar los propios tejidos de la persona. Por eso, según los autores, tal vez no debería haberles sorprendido ver que estas compensaciones se dieran también en los bebés.
Además de reducir el riesgo de infecciones respiratorias, las respuestas inmunitarias de la leche pueden ayudar a 'entrenar' el sistema inmunitario en desarrollo del lactante para que responda a las bacterias peligrosas.
En cualquier caso, se necesitan más investigaciones para determinar cómo se calibra el desarrollo inmunitario en función de las aportaciones, como la experiencia con las enfermedades infecciosas, la flora microbiana y el sistema inmunitario de la leche.
"Estos hallazgos son interesantes, pero las implicaciones para la salud pública y la asistencia sanitaria sólo se aclararán con investigaciones adicionales. Tenemos que entender cómo las respuestas inmunitarias de la leche se ven afectadas por cosas en torno a las que podemos diseñar programas de salud pública, como la infección por VIH o la desnutrición", explica Blandina Mmbaga, del Instituto de Investigación Clínica Kilimanjaro.
Esta investigación puede tener aplicaciones que van más allá de la infancia y la lactancia. Averiguar cómo ha evolucionado el sistema inmunitario para lograr un equilibrio entre la protección y el daño podría ayudar a arrojar luz sobre problemas de salud que van desde la diarrea y la neumonía infantiles hasta las enfermedades autoinmunes.
"Con demasiada frecuencia, asumimos implícitamente que las respuestas inmunitarias a estímulos distintos están totalmente separadas, como si la capacidad del sistema inmunitario para responder a un agente infeccioso peligroso no tuviera ninguna implicación en su capacidad para tolerar algo beneficioso o benigno, donde la respuesta es probable que haga más daño que bien. Sin embargo, se están acumulando pistas de que esto no es así, incluyendo este estudio", remacha Wander.