MADRID 30 Dic. (EUROPA PRESS) -
Científicos especializados en células madre han revelado los orígenes de un cáncer de ovario común mediante el modelado de tejidos de las trompas de Falopio, lo que les ha permitido caracterizar cómo una mutación genética pone a las mujeres en alto riesgo de padecer este cáncer y predecir muchos años antes si lo padecerán, según publican en la revista 'Cell Reports'.
Concretamente, los tejidos creados, conocidos como organoides, tienen el potencial de predecir qué individuos desarrollarán cáncer de ovario con años o incluso décadas de antelación, lo que permitiría estrategias de detección temprana y prevención.
El cáncer de ovario es la principal causa de muerte por cáncer ginecológico, en parte porque los síntomas suelen ser sutiles y la mayoría de los tumores eluden su detección hasta que se encuentran en fases avanzadas y se han extendido más allá de los ovarios.
Mientras que el riesgo de desarrollar un cáncer de ovario a lo largo de la vida es inferior al 2% para la población femenina en general, el riesgo estimado para las mujeres portadoras de una mutación en el llamado gen BRCA-1 es de entre el 35% y el 70%, según la Sociedad Americana del Cáncer.
Ante estas probabilidades tan elevadas, algunas mujeres con mutaciones en el gen BRCA-1 optan por la extirpación quirúrgica de las mamas o de los ovarios y las trompas de Falopio, aunque nunca lleguen a desarrollar cánceres en estos tejidos.
Los resultados del nuevo estudio podrían ayudar a los médicos a determinar cuáles de estas mujeres tienen más probabilidades de desarrollar cáncer de ovario en el futuro y cuáles no y buscar nuevas formas de bloquear el proceso o tratar el cáncer.
"Creamos estos organoides de Falopio utilizando células de mujeres con mutaciones en el gen BRCA-1 que habían padecido cáncer de ovario", explica el doctor Clive Svendsen, director ejecutivo del Instituto de Medicina Regenerativa de la Junta de Gobernadores del Cedars-Sinaí, en Estados Unidos.
"Nuestros datos respaldan investigaciones recientes que indican que el cáncer de ovario en estas pacientes comienza realmente con lesiones cancerosas en el revestimiento de las trompas de Falopio --continúa--. Si podemos detectar estas anomalías en su inicio, quizá podamos cortocircuitar el cáncer de ovario".
Svendsen, profesor de Ciencias Biomédicas y Medicina, es coautor del nuevo estudio, realizado en el Cedars-Sinaí. La otra autora corresponsal es la doctora Beth Karlan, ahora profesora de Obstetricia y Ginecología en la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA y directora de genética de poblaciones de cáncer en el Centro Oncológico Integral Jonsson de la UCLA.
Para realizar sus descubrimientos, el equipo de investigación generó células madre pluripotentes inducidas (IPSC), que pueden producir cualquier tipo de célula. Empezaron con muestras de sangre tomadas de dos grupos de mujeres: pacientes jóvenes con cáncer de ovario que tenían la mutación BRCA-1 y un grupo de control de mujeres sanas. A continuación, los investigadores utilizaron las iPSC para producir organoides que modelaran el revestimiento de las trompas de Falopio y compararon los organoides de los dos grupos.
"Nos sorprendió encontrar múltiples patologías celulares consistentes con el desarrollo del cáncer sólo en los organoides de las pacientes con BRCA-1 --recuerda Nur Yucer, científico del proyecto en el laboratorio de Svendsen y primer autor--. Los organoides derivados de las mujeres con el cáncer de ovario más agresivo mostraban la patología organoide más grave".
Además de mostrar cómo se "siembra" el cáncer de ovario en las trompas de Falopio de las mujeres con BRCA-1 mutado, la tecnología de organoides puede utilizarse potencialmente para determinar si un fármaco podría funcionar contra la enfermedad en un individuo, añade Svendsen.
Cada organoide lleva los genes de la persona que proporcionó la muestra de sangre, lo que lo convierte en un "gemelo" del revestimiento de las trompas de Falopio de esa persona. En los organoides pueden probarse múltiples fármacos sin exponer al paciente a ellos.
"Este estudio representa un uso apasionante de las IPSC, que nos acerca más que nunca a la mejora significativa de los resultados para las mujeres con este tipo común de cáncer de ovario", resalta Jeffrey Golden, vicedecano de Investigación y Educación de Posgrado y director del Instituto de Investigación Burns y Allen en el Cedars-Sinaí.
"Basarnos en estos hallazgos puede permitirnos algún día ofrecer una detección temprana del cáncer de ovario que salve la vida de las mujeres portadoras de la mutación BRCA-1 y crear estrategias eficaces e individualizadas de prevención y, en caso necesario, de tratamiento", asegura.