MADRID 18 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un equipo del laboratorio de Investigación Muscular y Función Mitocondrial del Hospital Clínico de Barcelona ha descubierto una serie de tóxicos mitocondriales capaces de atravesar la barrera de la placenta y que podrían perjudicar el desarrollo del bebé.
Para llegar a esta conclusión, publicada en 'Journal of Environmental Research and Public Health' y recogida por la plataforma Sinc, los expertos han revisado diez años de estudios científicos sobre toxicidad mitocondrial en embarazadas, comprobando que la exposición a agentes tóxicos, como virus, algunos fármacos, pesticidas, alcohol y tabaco, causa enfermedades en las mitocondrias de las que aún se sabe muy poco, y que se transmiten de la madre al feto.
"Son muchos los agentes que fomentan este tipo de toxicidad. Entre ellos, se encuentran agentes biológicos como algunos virus, antibióticos, fármacos antirretrovirales, fármacos antipsicóticos, gases como el monóxido de carbono, sustancias químicas como los pesticidas, el alcohol y el tabaco, entre otros", ha explicado la líder del estudio, Constanza Morén.
Además, prosigue, dependiendo del tiempo de exposición, de la dosis de cada tóxico y de la fase del embarazo en la que se reciba, la toxicidad en las embarazadas será más probable. También, existe una predisposición genética que puede determinar que la persona sea más resistente o vulnerable a esa exposición.
"En el mundo mitocondrial existen los llamados haplogrupos, que determinan la composición genética de nuestras mitocondrias. El hecho de tener un haplogrupo u otro puede condicionar la resistencia a las alteraciones mitocondriales", ha explicado Morén.
UNA BARRERA FRANQUEABLE
En concreto, la transmisión de la toxicidad mitocondrial de madre a hijo puede producirse desde la concepción --los progenitores pueden haber sufrido sus consecuencias en sus células reproductivas-- hasta que termina la lactancia.
A menudo, la toxicidad se transmite de la madre al feto porque la placenta no actúa como barrera para todas las sustancias. Los agentes tóxicos tienen la capacidad de viajar por el torrente sanguíneo de la madre y llegar hasta el feto durante su desarrollo atravesando cualquier filtro protector.
En este sentido, las consecuencias para la madre y el feto pueden ser desde asintomáticas en la mayoría de los casos, hasta mortales en contadas ocasiones. A veces, la toxicidad es la responsable de los problemas obstétricos de las gestantes: parto prematuro, restricción del crecimiento intrauterino o preeclampsia.
"Como las mitocondrias participan en procesos indispensables para la viabilidad celular y, además, hay mitocondrias en prácticamente todos los tejidos y tipos celulares, si aparecen manifestaciones clínicas visibles los efectos se pueden observar en cualquier órgano o tejido", ha aclarado Morén.
Algunos ejemplos de efectos visibles son la redistribución de grasa corporal en el organismo (lipodistrofia), pancreatitis, encefalitis, miopatías o hiperlactatemia y acidosis láctica, entre otros.
SE BUSCAN BIOMARCADORES
Finalmente, los investigadores han comentado que la "mejor manera" de prevenir la intoxicación es evitar la exposición al agente durante el embarazo. "En los casos en los que esto no sea posible, se debería estudiar la posibilidad de reducir al máximo la exposición e implementar en la práctica clínica el uso de marcadores de toxicidad mitocondrial", ha indicado Morén.
Además, prosigue, puesto que la prevención no es siempre posible ante exposiciones accidentales o terapéuticas, es "esencial" identificar sustancias menos tóxicas para la mitocondria, así como biomarcadores que puedan dar una pista sobre la evolución y que faciliten el seguimiento de esta toxicidad durante la gestación.
Actualmente, este grupo de expertos están estudiando la posible base mitocondrial subyacente en el crecimiento intrauterino restringido. También han finalizado un estudio sobre toxicidad mitocondrial y apoptosis en gestantes VIH positivas para su publicación en la revista científica 'AIDS'.