MADRID, 17 Jul. (EUROPA PRESS) -
Las copas menstruales son seguras y no producen más fugas que las compresas y tampones, tal y como ha confirmado un estudio liderado por la profesora en la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool (Reino Unido) y publicado en la revista 'The Lancet Public Health'.
Las copas menstruales recogen el flujo de sangre en lugar de absorberlo como las compresas y tampones. Se insertan en la vagina y se vacían cada 4 o 12 horas. Actualmente hay dos tipos: una copa vaginal que generalmente tiene forma de campana, y una copa cervical que se coloca alrededor del cuello uterino en la parte alta de la vagina como un diafragma para la anticoncepción. Los materiales utilizados para fabricarlos son silicona, caucho, látex o elastómero y pueden durar hasta 10 años.
En el trabajo, la primera revisión sistemática y metanálisis que se realiza sobre las copas menstruales, se han analizado 43 estudios con datos de 3.300 mujeres y niñas, de los cuales en cuatro se comprobó que los niveles eran similares entre las copas, compresas y los tampones, mientras que uno encontró que las fugas eran significativamente menores.
Asimismo, no hubo un mayor riesgo de infección asociado con el uso de copas menstruales entre las mujeres y niñas europeas, norteamericanas y africanas, no se han detectado efectos adversos sobre la flora vaginal, ni daño tisular.
Asimismo, el 70 por ciento de las mujeres que participaron en 13 estudios aseguró que querían seguir usando copas menstruales tras conocer cómo ponérselas, si bien existe todavía un desconocimiento por parte de las mujeres sobre las copas menstruales.
Finalmente, los investigadores han comprobado que este método es más barato que las compresas y tampones y que, además, respetan más el medio ambiente. No obstante, han reconocido que la calidad de los estudios incluidos fue baja, por lo que han solicitado más investigaciones de calidad en esta área y sobre la eficacia en función de los costos y los efectos ambientales entre los diferentes productos menstruales. Y es que, en su revisión, parte de la información se tomó de informes no publicados en revistas especializadas y la mayoría de los trabajos dependían de la autoinformación de las pacientes.