MADRID, 3 Jul. (EUROPA PRESS) -
La mama está compuesta por grasa y tejido fibroglandular y se considera densa cuando en ella predomina este último. Cuando en la relación entre ambos elementos existe un predominio del tejido fibroglandular superior al 75% se habla de senos densos. Este polémico tema comenzó en los años 70 cuando el radiólogo J.N. Wolfe estableció categorías en los senos según esta proporción y atribuyó más riesgo de cáncer de mama a los senos densos.
PECHOS DENSOS
Según explica a Infosalus el doctor Joaquín Mosquera, vicespresidente de la Sociedad Española de Diagnóstico por Imagen de la Mama (SEDIM) Filial de Sociedad Española de Radiología (SERAM), existe entre un 20% y un 30% de mujeres, según raza, ámbitos y zonas, que pueden tener senos densos. Esto depende de variables tan dispares como hábitos alimentarios, zonas geográficas y entorno rural o urbano donde habita la mujer.
Por lo general, las variables del físico de la mujer que más inciden para que exista un predominio de uno u otro elemento es tener más grasa corporal, lo que lleva a tener más grasa en el pecho, y las más delgadas y con menos distribución de grasa en general tendrán menos grasa en la mama. También resulta de la constitución física personal y familiar. La mama más pequeña suele ser más densa y tener menos grasa y más tejido fibroglandular.
LA PÉRDIDA DE GRASA EN LA MAMA SE PUEDE PRODUCIR TRAS ADELGAZAR DE FORMA BRUSCA
La pérdida de grasa en la mama se puede producir tras adelgazar de forma brusca por dietas restrictivas, enfermedades tumorales o anorexia. La mama es más densa entre los 20 y 30 años en la mujer, después se produce una involución del tejido glandular que se sustituye por grasa a partir de los 35 años pero hay mujeres en las que persiste esta densidad del tejido fibroglandular.
"La existencia de más tejido fibroglandular supone más órgano diana para que se desarrolle un tumor. Puede existir más dificultad para detectarlo y se producen más tumores que surgen entre exploraciones radiológicas", explica el doctor Mosquera.
Según señala el radiólogo, es difícil cuantificar cómo aumenta el riesgo de cáncer entre las mujeres debido a la densidad mamaria aunque sí se considera un factor de riesgo independiente para su desarrollo.
"La mamografía es la prueba estándar y las técnicas actuales han mejorado en gran medida pero si hay más riesgo por antecedentes familiares se incorporan otras técnicas a la exploración como resonancia magnética, ecografía o PET de mama, fórmulas más sensibles para la detección de posibles tumores en estas mujeres", señala el doctor Mosquera, especialista de la Unidad de Mama del Hospital Abente y Lago de La Coruña.
En cuanto al riesgo-beneficio de un cribado más selectivo en estas mujeres con mayor densidad mamaria, el especialista señala que se detecta más cáncer pero aumentan también las técnicas de biopsia para lesiones que no se desarrollarían en tumor.
VALIDEZ DE LA ECOGRAFÍA Y TEMOR A LA RADIACIÓN
Sobre la predilección por el uso de la ecografía frente a la mamografía, derivado del miedo a la radiación de ésta última, Mosquera apunta que su eficacia es baja en mamas grandes y que su uso está indicado para áreas focales, en zonas con sospecha, pero no como prueba de cribado porque puede dar más falsos positivos. "Se pueden además obviar lesiones que no se ven", señala el especialista.
La radiación de la mamografía es muy baja y no debe resultar preocupante ya que se realiza cada bastante tiempo y equivale a la que nos exponemos al realizar dos viajes transoceánicos en avión o a las radiaciones recibidas a lo largo de dos veranos. La probabilidad de 'radioinducir' un cáncer es muy baja y más en el caso de las mamografías, otras técnicas que suponen una radiación a todo el cuerpo suponen más riesgo.
"El problema está en el sobrediagnóstico derivado de los programas de screening en los que se sobrevaloran las lesiones incipientes que pueden no influir en el discurrir vital pero que si no las extraes no puedes saber cuál será su evolución", señala Mosquera.
"Cada vez son menos los falsos positivos por una mejor definición de la mamografía y la incorporación de técnicas nuevas como la tomosintesis. En todo caso eso no suele representar un problema ya que las mujeres incluidas en los programas de cribado se sienten más seguras y prefieren que las llamen para pruebas complementarias, les proporciona seguridad", concluye el radiólogo.