MADRID, 19 Dic. (EUROPA PRESS) -
Durante décadas, miles de mujeres con cáncer de mama han seguido el mismo camino tras la cirugía: tratamientos hormonales largos, efectos secundarios difíciles y la incertidumbre de si la enfermedad volverá. Aunque estas terapias han salvado muchas vidas, el miedo a la recaída sigue siendo una sombra constante en el día a día de las pacientes.
Ahora, una investigación internacional pone el foco en una alternativa que podría marcar un antes y un después en este escenario tan conocido. El estudio abre una nueva etapa para el subtipo más frecuente de cáncer de mama y plantea una pregunta clave: ¿estamos ante el primer gran cambio en el tratamiento hormonal en una generación?
EL CÁNCER DE MAMA MÁS FRECUENTE Y EL RETO DE EVITAR LA RECAÍDA
La terapia con giredestrant, un antagonista y degradador selectivo del receptor de estrógeno oral de próxima generación (SERD), cuando se administra como terapia adyuvante para el cáncer de mama en etapa temprana (1-3) con receptor de hormonas (HR) positivo y HER2 negativo, logra significativamente el riesgo de que la enfermedad regrese en comparación con las terapias hormonales estándar consideradas durante mucho tiempo como la columna vertebral del tratamiento, según un estudio internacional dirigido por UCLA (Estados Unidos).
Los resultados fueron compartidos en el Simposio de Cáncer de Mama de San Antonio (SABCS) por el investigador principal global, Aditya Bardia, profesor de medicina en la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA y director de Integración de Investigación Traslacional en el Centro Integral de Cáncer Jonsson de UCLA Health.
El hallazgo apunta a una posible nueva opción de tratamiento para el subtipo más común de cáncer de mama, que representa aproximadamente el 70% de todos los casos y se diagnostica con mayor frecuencia en la etapa 1, 2 o 3.
"Este es un avance muy significativo y, considerando su alcance, quizás uno de los avances más importantes en cáncer de mama en los últimos años para la enfermedad con receptores hormonales positivos", apunta Bardia. "Durante décadas, el tamoxifeno y los inhibidores de la aromatasa han sido las terapias endocrinas estándar, y estos hallazgos muestran una clara mejora con giredestrant. Tiene el potencial de transformar la práctica clínica para una gran proporción de pacientes con cáncer de mama".
Muchas pacientes con este tipo de cáncer de mama se tratan con cirugía seguida de terapia endocrina, como tamoxifeno e inhibidores de la aromatasa, durante al menos cinco años después de la cirugía para reducir el riesgo de recurrencia. Si bien las tasas de supervivencia general son altas, hasta un tercio de las pacientes experimentan una recaída del cáncer y tienen dificultades para tolerar los tratamientos actuales, lo que puede dificultar el mantenimiento de un tratamiento prolongado.
QUÉ PUEDE CAMBIAR PARA LAS PACIENTES EN LOS PRÓXIMOS AÑOS
Giredestrant forma parte de una nueva clase de medicamentos diseñados para bloquear y desmantelar la señalización del receptor de estrógeno, un factor clave del crecimiento en tumores con receptores hormonales positivos. A diferencia de las terapias anteriores, está diseñado para bloquear con mayor precisión las vías que ayudan a las células cancerosas a persistir.
Para evaluar si esta nueva terapia podría mejorar significativamente los resultados de las pacientes, los investigadores inscribieron a 4.170 personas con cáncer de mama HR positivo y HER2 negativo en el ensayo clínico de fase III lidERA. Las participantes fueron asignadas aleatoriamente para recibir 30 miligramos de giredestrant (2.084) o una de varias terapias endocrinas estándar (2.086) durante un máximo de cinco años. La mediana de edad de las participantes fue de 54 años y el 59% eran posmenopáusicas.
Tras una mediana de seguimiento de 32,3 meses, los investigadores descubrieron que los pacientes tratados con giredestrant tenían un 30% menos de probabilidad de recurrencia o progresión de la enfermedad invasiva. El criterio de valoración secundario del estudio, la supervivencia libre de enfermedad a distancia (es decir, el tiempo hasta que el cáncer se propaga a otros órganos), también favoreció a giredestrant, con una reducción del 31% en las metástasis a distancia.
Los efectos secundarios comunes, como dolores articulares, sofocos y cefaleas, se presentaron con una frecuencia similar en ambos grupos y fueron principalmente leves. Un menor número de pacientes que recibieron giredestrant interrumpieron el tratamiento debido a efectos secundarios (5,3% frente a 8,2%). La bradicardia leve y asintomática se presentó con mayor frecuencia con giredestrant, pero rara vez requirió intervención.
Aún se necesita un seguimiento más prolongado, pero si se confirman, finaliza Bardia, los hallazgos podrían marcar el primer cambio importante en la terapia endocrina adyuvante para el cáncer de mama en más de 25 años. "Esto representa un avance emocionante para los pacientes y el campo", concluye Bardia.