MADRID, 19 Feb. (EUROPA PRESS) -
Las bacterias que viven en el intestino interactúan con los componentes de la dieta afectando a la salud y el bienestar. En un estudio publicado este jueves en 'Cell' por un equipo dirigido por Jeffrey Gordon, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Estados Unidos, ha detectado componentes clave en la leche materna que promueven el crecimiento del lactante sano y cómo las interacciones con las bacterias del intestino impulsan este proceso.
La desnutrición infantil causa más de 3 millones de muertes cada año y conduce a retraso en el crecimiento, así como déficits en el desarrollo inmunológico y cognitivo. En colaboración con colegas en Malawi, África, donde casi la mitad de todos los niños menores de cinco años muestran retraso en el crecimiento, los científicos obtuvieron pequeñas muestras de leche materna humana de las madres de bebés sanos o con retraso del crecimiento.
Estos expertos detectaron que los azúcares que contienen ácido siálico, que ha sido implicado en el desarrollo del cerebro, eran mucho más abundantes en la leche materna de madres con niños sanos en comparación con los bebés con retraso del crecimiento. Esto sugiere que estos azúcares de la leche materna podrían promover el crecimiento del lactante sano.
Para determinar si esto es así, los investigadores establecieron modelos animales que permitieron manipular tanto la dieta como el microbioma intestinal, ya que habían encontrado en un estudio relacionado publicado simultáneamente en la revista 'Science' que los microbios intestinales son mediadores importantes del crecimiento normal.
Gordon y su equipo introdujeron una colección de cepas bacterianas aisladas de la muestra fecal de un bebé desnutrido en ratones o lechones. Luego, los investigadores alimentaron a los animales una dieta de prototipo de Malawi consistente en maíz, legumbres, verduras y frutas, que por sí sola es insuficiente para un crecimiento sano.
Con la dieta y el microbioma igual que los de los niños desnutridos de Malawi en la transición a los alimentos sólidos, los investigadores probaron los efectos de los azúcares sialilados. Dada la dificultad de la purificación de grandes cantidades de compuestos a partir de la leche materna humana, se centraron en la leche de vaca, que contiene azúcares sialilados, pero en una concentración 20 veces más baja que en la leche materna.
MEJORAS EN EL CRECIMIENTO Y EL METABOLISMO
A través de una compleja serie de pasos, aislaron azúcares sialilados de suero de leche, un subproducto de la fabricación del queso, y alimentaron a los animales. Sorprendentemente, los animales mostraron mejoras sustanciales en el crecimiento, con incrementos en la masa corporal magra y el volumen óseo, así como cambios metabólicos en el hígado, los músculos y el cerebro, lo que sugiere una mayor capacidad para movilizar los nutrientes en diversas condiciones. Fundamentalmente, estos efectos dependían de la presencia de la microbiota intestinal.
Al definir el surtido de las bacterias intestinales que fueron aisladas en este estudio y como puede ser cultivado en una placa, los autores consiguieron desentrañar qué bacterias se vieron afectadas por los azúcares sialilados y cómo las diferentes cepas interactuaban entre sí.
Encontraron que una especie de bacteria se alimentaba de azúcares sialilados, mientras que otro a su vez se alimenta de los productos digeridos de los azúcares, lo que apunta a una red de alimentos entre la comunidad bacteriana que vive en el intestino. Sin embargo, estas dos cepas bacterianas solas no fueron capaces de apoyar el crecimiento saludable en ratones; sino que necesitaban interacciones más complejas entre los diferentes tipos de bacterias intestinales para promover el crecimiento.
Este estudio sienta las bases para identificar los componentes de la leche materna que son necesarios para la salud del lactante y cómo interactúan con el microbioma intestinal y otros componentes de la dieta. Los autores ampliarán el enfoque para mirar a otras madres y bebés para ver cómo de generales son sus observaciones. "Esta capacidad de mirar de una manera muy controlada cómo se reparte la comida entre los miembros de una comunidad microbiana y cómo la producción del metabolismo de esa comunidad puede afectar a la biología humana es parte de nuestra agenda en curso", dice Gordon.
Una posible aplicación que pueden derivarse de este trabajo es mejorar las fórmulas para lactantes, así como alimentos terapéuticos usados para tratar la desnutrición, los cuales se basan actualmente en la leche de vaca y, por tanto, son deficientes en azúcares sialilados. Los investigadores están esperanzados, pero son cautos señalando que aún queda mucho por aprender acerca de cómo los diferentes tipos de bacterias interactúan con los componentes de la leche materna y alimentos complementarios y para asegurar que las bacterias intestinales nocivas no prosperarían en aquellos componentes y de ese modo obtener más ventaja de los microbios beneficiosos.
"A pesar de que nuestras intenciones son buenas, queremos asegurarnos de no hacer ningún daño --dice Gordon--. Éste es sólo el comienzo de un largo viaje, un esfuerzo por entender cómo el crecimiento saludable está relacionado con el desarrollo normal de la flora intestinal y cómo podemos determinar si la reparación duradera de la microbiota inmadura puede proporcionar mejores resultados clínicos".