MADRID, 13 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia los retrasos en el control global de la rubeola dado que actualmente todavía hay 42 países que todavía no han introducido la vacunación, lo que complica los objetivos fijados para 2015 y 2020 sobre la eliminación del virus.
Este organismo de Naciones Unidas celebra que cada año aumentan los países que incluyen la vacuna de la rubeola en sus programas nacionales de inmunización ya que, según los últimos datos actualizados hasta diciembre de 2016, la cifra se eleva hasta los 152 países. Sin embargo, la cobertura varía del 13 al 99 por ciento.
Este avance también se ha traducido en un considerable descenso del número de casos, ya que desde el año 2000 se han reducido un 97 por ciento, hasta los 22.361 registrados en 165 países en 2016.
Sin embargo, señala la OMS, las tasas son todavía altas en las regiones de África y Asia sudoriental, donde la cobertura de la vacunación es más baja, de ahí que la Iniciativa contra el sarampión y la rubeola lanzaran un plan estratégico mundial que busca eliminar ambas enfermedades en al menos cinco regiones de la OMS para el año 2020.
Según un informe de este año del Grupo de Expertos en Asesoramiento Estrategico de la OMS, todavía hay dos regiones (África y Mediterráneo Oriental) que aún no han fijado sus objetivos para eliminar o controlar la rubéola.
Todo ello pese a que la vacuna contra la rubéola contiene una cepa viva atenuada que, con una sola dosis, consigue más del 95 por ciento de protección de larga duración, que es similar a la inducida por una infección natural.
En 2015, la Región de las Américas de la OMS se convirtió en la primera en el mundo en ser declarada libre de transmisión endémica de rubéola.
En los niños la enfermedad generalmente es leve, con síntomas como sarpullido, fiebre baja (menos de 39 grados), náuseas y conjuntivitis leve. Pero los adultos infectados, especialmente las mujeres, pueden desarrollar artritis y articulaciones dolorosas que generalmente duran de 3 a 10 días.
Y cuando una mujer se infecta al principio del embarazo, tiene un 90 por ciento de probabilidades de transmitir el virus a su feto, lo que puede causar un aborto espontáneo, muerte fetal o problemas de nacimiento.