MADRID, 26 Ene. (EUROPA PRESS) -
Durante muchos años, los clínicos han dudado en diagnosticar a los adolescentes con trastorno límite de la personalidad (TLP), creyendo que era una "sentencia de muerte" para la salud mental del paciente porque no había un tratamiento claro. Carla Sharp, profesora de psicología y directora del Laboratorio de Psicopatología del Desarrollo de la Universidad de Houston (Estados Unidos), no está de acuerdo. Su nueva investigación, publicada en la revista científica 'Journal of Abnormal Child Psychology', la respalda.
"Al igual que el TLP de los adultos, el TLP de los adolescentes parece no ser tan intratable y resistente al tratamiento como se pensaba anteriormente. Eso significa que no debemos rehuir la identificación del TLP en los adolescentes y no debemos rehuir su tratamiento", explica Sharp.
El trastorno límite de la personalidad se caracteriza por patrones de variación de los estados de ánimo, la imagen de sí mismo y el comportamiento, y da lugar a acciones impulsivas, problemas en las relaciones y una tendencia a pensar en blanco y negro. Las personas con TLP pueden experimentar episodios intensos de ira, depresión y ansiedad que pueden durar desde unas horas hasta días.
Sharp señala que el trastorno límite de la personalidad es tratable, la terapia ayuda y la intervención temprana en los adolescentes es de vital importancia. "Ignoramos el trastorno límite de la personalidad por nuestra cuenta y riesgo, porque en comparación con otros trastornos mentales, el TLP se encuentra entre las principales causas de comportamientos suicidas y autolesiones en los jóvenes", apunta. Hasta el 10 por ciento de los pacientes con TLP mueren por suicidio.
La investigación de Sharp es el primer estudio que demuestra que la patología límite de los adolescentes sigue un curso descendente similar tras el alta del tratamiento hospitalario que se había demostrado anteriormente para los adultos. Sus conclusiones se obtienen tras examinar los datos recogidos de 500 adolescentes hospitalizados y seguirlos cada seis meses durante un periodo de seguimiento de 18 meses para medir sus síntomas de TLP.
Los resultados mostraron una tendencia significativa a la baja de los rasgos del TLP en todos los puntos temporales y en los autoinformes de los padres y los adolescentes, lo que refleja la reducción de la sintomatología del TLP que se observa en los adultos con TLP. Curiosamente, los adolescentes estudiados por Sharp no estaban sometidos a un tratamiento especializado para el TLP y, sin embargo, mejoraron.