Los trasplantes de riñón entre personas con VIH no aumentan el riesgo de enfermedad renal

Archivo - Nina Martínez, la primera persona con VIH en Estados Unidos en donar un riñón a otra persona con VIH, en el día de su histórica cirugía en marzo de 2019.
Archivo - Nina Martínez, la primera persona con VIH en Estados Unidos en donar un riñón a otra persona con VIH, en el día de su histórica cirugía en marzo de 2019. - JOHNS HOPKINS MEDICINE - Archivo
Publicado: martes, 25 julio 2023 17:20

MADRID, 25 Jul. (EUROPA PRESS) -

Las personas con VIH que donan un riñón a otras personas que viven con el virus tienen un riesgo bajo de desarrollar enfermedad renal terminal u otros problemas renales en los años siguientes a la donación, según un estudio liderado por Johns Hopkins Medicine (Estados Unidos).

"Esta nueva prueba demuestra que donar un riñón puede ser seguro para las personas que viven con el VIH. Cuando se añaden a los resultados sistemáticamente positivos documentados para los receptores de estos órganos, nuestro estudio proporciona apoyo a que las donaciones en vida de personas con VIH a receptores con VIH pueden funcionar y funcionan", ha explicado Christine Durand, una de las líderes de la investigación, que se ha publicado en la revista científica 'The Lancet Regional Health - Americas'.

El primer trasplante renal de donante vivo VIH-VIH en Estados Unidos se realizó en marzo de 2019. Para el estudio, la donante en esa operación histórica, Nina Martínez, junto con la segunda y tercera persona en EE.UU. en someterse al procedimiento, fueron monitoreadas de dos a cuatro años después del trasplante para documentar y evaluar sus resultados a largo plazo.

El estudio se llevó a cabo en centros seleccionados de un grupo estadounidense formado por unos 30 centros de trasplante autorizados para realizar trasplantes de riñón e hígado de donantes fallecidos con VIH. Algunos de los centros tienen protocolos para realizar trasplantes de riñón de donante vivo con VIH, que siguen estando restringidos a la investigación.

El motivo del estudio, según los investigadores, era abordar la preocupación de que la nefrectomía (extirpación quirúrgica de un riñón) pudiera aumentar el riesgo de enfermedad renal terminal en donantes vivos con VIH.

Se sabe que las personas seropositivas tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades renales como consecuencia de la infección por VIH, la toxicidad hepática de las terapias antirretrovirales (medicamentos utilizados para controlar el VIH), la hipertensión y la diabetes.

Martínez, de 35 años en el momento de la donación, y los otros dos donantes estudiados (Karl Neumann, de 52 años en ese momento, y Reed Benedict, de 47 años en ese momento) aceptaron ser nombrados en este artículo y figuran como autores del estudio.

Fueron evaluados a los tres meses, a los seis meses y anualmente durante los dos a cuatro años siguientes a sus nefrectomías. Las visitas incluyeron un examen físico, recogida de muestras para análisis de laboratorio y entrevistas para documentar cualquier hospitalización, cambio de medicación, efectos adversos graves en general o tres o más efectos adversos relacionados con la nefrectomía.

Las biopsias previas al trasplante de los tres donantes no habían mostrado ninguna enfermedad renal. Además, se calculó para cada uno de los donantes el riesgo a nueve años de desarrollar enfermedad renal terminal antes del trasplante, y todos tenían un riesgo bajo.

Para evaluar la función renal, los investigadores utilizaron un análisis de sangre común para medir el nivel de un producto de desecho llamado creatinina. La cantidad de creatinina encontrada, una vez introducida en una fórmula matemática, determinó la tasa de filtración glomerular estimada (TFGe) de cada donante, es decir, la capacidad del riñón restante para filtrar los productos de desecho y los líquidos del organismo en forma de orina.

A los dos, tres y cuatro años de evaluación tras la donación, los tres donantes experimentaron ligeros descensos de la TFGe. Sin embargo, los autores del estudio afirman que estos cambios eran de esperar, son comparables a los descensos del TFGe tras el trasplante observados en donantes de riñón que no viven con el VIH y no indican que los donantes de este estudio estén evolucionando hacia una enfermedad renal crónica o una insuficiencia renal.

"Esperamos que nuestros hallazgos, que demuestran resultados positivos para estas tres personas seropositivas que donaron un riñón, animen a otros estadounidenses seropositivos a considerar la donación en vida. Disponer de más órganos para trasplantes de VIH a VIH ayuda a todas las personas que esperan un trasplante, independientemente de su estado serológico, y podría salvar cientos de vidas cada año", ha detallado Durand.