La toxicidad de la mayoría de las 350.000 sustancias sintéticas en circulación "no han sido debidamente evaluadas"

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Publicado: jueves, 3 noviembre 2022 13:57

MADRID, 3 Nov. (EUROPA PRESS) -

La toxicidad de la mayoría de las 350.000 sustancias sintéticas en circulación no han sido debidamente evaluadas, según ha alertado el responsable de la iniciativa Hogar sin tóxicos, Carlos de Prada, en el libro 'Mentiras tóxicas. Cómo nos desprotegen las autoridades frente a los tóxicos que nos enferman'.

A lo largo de 500 páginas plagadas de referencias y citas científicas, el trabajo muestra las "numerosas deficiencias" de la toxicología oficial y las distintas maneras en las que las autoridades pueden estar desprotegiendo a los ciudadanos frente a las numerosas sustancias tóxicas que amenazan su salud.

Asimismo, De Prada, 'Premio Global 500' de la ONU y Premio Nacional de Medio Ambiente, ha insistido en que la toxicología oficial actual necesita una "enmienda urgente a la totalidad, una profunda revisión, porque está fallando estrepitosamente" en proteger la salud de la población y del medio ambiente.

Por ello, el principal objetivo del libro es ser altavoz de lo que lleva mucho tiempo denunciando la comunidad científica pero acerca de lo cual los consumidores "no son debidamente informados". "Con frecuencia, los ciudadanos pueden caer en el error de pensar que lo legal y lo seguro son necesariamente lo mismo, sin plantearse una serie de hechos evidentes que deberían hacerles dudar. El sistema actual con frecuencia solo aporta una mera apariencia de seguridad", ha denunciado.

De hecho, prosigue, informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que los métodos de prueba oficiales "no sirven muchas veces" para evaluar "correctamente" efectos importantes como los de alteración hormonal, y precisamente los grupos más vulnerables, como embarazadas o niños, son los más desprotegidos.

Además, el libro denuncia que algunos organismos oficiales, más que controlar a la industria, parecen controlados por ella, mostrando que buena parte de los sistemas oficiales por los que se evalúa el riesgo de las sustancias han sido diseñados por la propia industria. También que, en lugar de prestar la debida atención a lo que dicen miles de estudios científicos de la ciencia académica independiente y que alertan de los riesgos reales, la regulación oficial se base sobre todo en los dudosos datos de toxicidad aportados por las propias empresas interesadas en comercializar las sustancias.