MADRID 4 Jun. (EUROPA PRESS) -
La enfermedad hepática tóxica o hepatotoxicidad es una reacción adversa de los medicamentos y, aunque poco común, los expertos la temen porque entre sus consecuencias graves se encuentra la insuficiencia hepática. De hecho, se estima que el potencial hepatotóxico de los fármacos es el responsable de por lo menos el 20 por ciento del total de los afectados por insuficiencia hepática.
Esta cifra, han explicado expertos que han participado en la nueva edición de la Semana de Enfermedades Digestivas (SED 2102), se podría ver incrementada si se incluye una parte del 30 por ciento de estos eventos adversos cuya causa no ha podido ser detectada.
El principal problema, ha explicado el director Unidad de Gestión Clínica de Digestivo del Hospital Universitario Virgen de la Victoria (Málaga), el doctor Raúl Andrade, "es que no existe un método diagnóstico certero para saber si un paciente tiene hepatitis tóxica, por lo que llegamos a esta conclusión al descartar otras posibilidades".
Los medicamentos con mayor toxicidad hepática no se limita a un grupo determinado de medicamentos o al mecanismo de acción por el que estos son eficaces, sino que puede ocurrir con cualquier medicamento. Tiene que ver probablemente con peculiaridades de la estructura química que pueden compartir medicamentos de distintos grupos terapéuticos.
No obstante, "el grupo de los antibióticos es el que con mayor frecuencia provoca casos de toxicidad hepática, hecho probablemente asociado a su amplio uso, ya que el riesgo de toxicidad por el antibiótico más frecuentemente implicado en casos de toxicidad hepática es de aproximadamente 1 de cada 50.000 sujetos tratados".
Durante el encuentro, organizado por la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), hepatólogos y gastroenterólogos debatieron, durante el Curso de Postgrado SEPD/AGA (American Gastroenterological Association), Andrade ha explicado que actualmente se ha puesto en marcha un proyecto europeo en el que está participando, con el que se pretende lograr el objetivo de detectar precozmente una toxicidad hepática mediante análisis de sangre.
"Es esperable que en un plazo breve se puedan validar biomarcadores específicos para hepatotoxicidad en una amplia población de pacientes, lo que nos ayudará a los especialistas a tomar la decisión de la interrupción o continuación del tratamiento que está siguiendo al paciente", ha añadido.
El objetivo es la identificación precoz de la hepatitis tóxica por medicamentos ya que, entiende, "será vital para reducir la lesión hepática y evitar futuras complicaciones". La medida más inmediata y eficaz tras su diagnóstico, es la retirada del fármaco sospechoso al paciente. En su gran mayoría las hepatopatías inducidas por medicamentos evolucionan favorablemente una vez suspendida la administración del fármaco responsable.
La toxicidad hepática ocurre por variaciones genéticas que se están empezando a identificar, que interaccionan con factores ambientales hoy no bien conocidos (dietéticos, hormonales, enfermedades del paciente, etc.).
Para este experto, este es precisamente el gran desafío de la investigación en el campo de la toxicidad hepática farmacológica. "Lograr identificar qué perfil de riesgo (genético y ambiental) en un individuo determinado posee un mayor riesgo de desarrollar toxicidad con un fármaco, para evitar a estas personas este tratamiento que, en cambio, puede ser beneficioso e inocuo para otros muchos individuos", concluye.