MADRID, 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes con insuficiencia renal crónica necesitan una fístula arteriovenosa para someterse a hemodiálisis, pero el problema es que hay "muchos tiempos de espera y hay pacientes que entran en diálisis sin tener la fístula hecha", explica el jefe de Unidad de Angiología, Cirugía vascular y Endovascular en el Hospital Vithas Nuestra Señora de América, Agustín Arroyo Bielsa, quien añade que la supervivencia en diálisis está relacionada con el acceso a dicha intervención.
"La diálisis es una técnica mediante la cual una máquina te limpia la sangre, y la fístula lo que hace es permitir que ese intercambio se realice de forma rápida, ya que se une la arteria con la vena para que la vena lleve flujo sanguíneo", ha señalado el doctor Arroyo Bielsa.
Debido a los tiempos de espera, "suele recurrirse a la vía del catéter que puede provocar más problemas al paciente", ha alertado el especialista e insiste en que "hay pacientes que están pendientes de reintervenir la fístula y se les acaba trombosando porque no se les ha intervenido a tiempo".
TIPOS DE FÍSTULAS
Por esta razón, el paciente debe someterse lo más pronto posible a esta intervención para poder garantizar su seguridad.
Las fístulas "podemos clasificarlas en fístulas directas nativas, es decir la unión con la vena directa, o bien fístulas protésicas en las que es necesario interponer una prótesis", ha indicado el doctor.
Lo ideal es optar por una fístula arterio-venosa nativa, que es una pequeña intervención, y que se suele practicar con anestesia local y de forma ambulatoria. Generalmente se realiza en la muñeca o en el codo, y la anestesia que se aplica es local y la cirugía dura apenas 60 minutos.
No obstante, en algunos pacientes es preciso realizar una fístula arterio-venosa-protésica donde se interpone, entre la arteria y la vena, un tubo protésico extra. Es una técnica más compleja pero puede realizarse con anestesia local, mientras que otras pueden precisas anestesia regional o general.