MADRID, 21 Sep. (EUROPA PRESS) -
El progresivo envejecimiento de la población ha propiciado un aumento de la incidencia del Alzheimer en España pero, pese a ello, sólo dos de cada diez hogares de estos afectados tienen accesos y zonas comunes complemente adaptados a sus necesidades como consecuencia de la enfermedad.
Así se desprende de los resultados del estudio Sanitas 'Barreras físicas y Alzheimer', que también muestra como hasta el 30 por ciento de los cuidadores afirma que estos espacios comunes no están adaptados o bien por motivos económicos (para el 20,45%) o bien por falta de conocimiento (para el 8,71%).
Además, cuatro de cada diez está preparado tan solo en parte para el día a día, mientras que al 23 por ciento de los cuidadores les gustaría adecuar su hogar pero no dispone de recursos económicos suficientes.
"Es fundamental que las personas que padecen Alzheimer que son cuidadas en sus hogares vivan en entornos lo mejor adaptados posibles", ha destacado el director de Innovación Médica de Sanitas Mayores, Pedro Cano, ya que esto es clave para hacer "más fácil" su cuidado pero también para mejorar su sintomatología.
Entre las principales barreras en la zonas comunes de las viviendas destacan las escaleras en los accesos (en el 42% de los casos) y los pasillos excesivamente estrechos para el paso de una silla de ruedas (en el 33,3%).
Y dentro de los propios domicilios, las principales barreras que encuentran los cuidadores son la ausencia de cama adaptada (para el 56,48%) y de una grúa para movilizar al enfermo (42,13%). Además, la existencia de bañera en vez de ducha es otra de las problemáticas con las que conviven estos afectados.
PUEDE AFECTAR A LA ENFERMEDAD
El problema de esta falta de adaptación es que tiene consecuencias sobre los propios enfermos, sobre todo por la sensación de tristeza o el empeoramiento del humor que provoca.
A ello hay que sumar las consecuencias de estas barreras que imposibilitan a los enfermos acceder a ciertos lugares. Además, tan solo un tercio de estos cuidadores afirma tener la información necesaria para adaptar su hogar a las necesidades del enfermo.
"Los enfermos de Alzheimer son muy sensibles a sus entornos. Una mala adaptación de los espacios en los que desarrollan su día a día puede tener consecuencias en su enfermedad, como tristeza, malestar o arranques de ira", según Cano.