MADRID 12 Jul. (EUROPA PRESS) -
Hasta hace muy poco, los donantes cadáver víctimas de accidentes de circulación, constituían la principal fuente de donación, sin embargo la tendencia ha cambiado y la principal fuente ahora son las personas fallecidas por accidentes cerebrovasculares, "lo que coincide con una mayor edad y presencia de comorbilidades", según ha explicado el presidente de la Sociedad Española de Trasplante (SET), el doctor Manuel Arias, quien apuesta por la donación de vivo, ya que la esperanza de vida de los órganos es mayor.
"El trasplante de vivo es aquel en el que una persona viva dona un órgano o una parte de él al receptor. Según determina la ley, para que esto pueda suceder es necesario que se produzca de una manera libre y desinteresada, sin ánimo de lucro, y que la extracción de un órgano o de una porción del mismo sea compatible con la vida, de tal forma que el donante pueda seguir disfrutando de una vida normal", afirma Arias.
En la actualidad, los dos tipos de intervenciones que se llevan a cabo en España en materia de donación de vivo y de órgano sólido son fundamentalmente los trasplantes hepático y renal. "A pesar de que España se alza como líder mundial en donaciones de órganos, y que es un país pionero en trasplante de donante cadáver, todavía estamos por detrás de otros países europeos en cuanto a donación renal de vivo, como Reino Unido o los países nórdicos", ha explicado la doctora María Valentín, médico adjunto de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT).
La actividad de trasplante renal de donante vivo ha sido casi testimonial hasta hace 5 años, momento en que, gracias al esfuerzo conjunto de la ONT, la comunidad trasplantadora y las asociaciones de enfermos, el porcentaje ha ido en aumento. Así, "en 2007 y 2008 se llevaron a cabo 137 y 156 trasplantes renales de donante vivo respectivamente, frente a los 235 efectuados en 2009", afirma Valentín.
El resultado de estos trasplantes está a su vez apoyado por "la experiencia científica publicada, y datos de registros, que avalan una buena función renal a largo plazo del donante, y que aseguran en ellos una calidad de vida similar a la de la población general, y en muchos casos una autoestima mayor".
Para que un trasplante renal de donante vivo pueda llevarse a cabo, es necesario que el donante sea una persona mayor de edad y en plenas facultades, además de haber dado su consentimiento libre y desinteresado para que se realice esta intervención, desde el punto de vista legal. A esto hay que sumar que no puede haber ánimo de lucro ni ningún tipo de compensación económica.
"Un factor relevante a tener en cuenta es que el donante sea una persona sana, que no padezca hipertensión severa, diabetes o una obesidad importante, lo que se valora exhaustivamente antes de la donación para descartar que ésta pueda menoscabar la salud del donante en el futuro", indica Valentín.