MADRID, 28 Feb. (EUROPA PRESS) -
Un estudio realizado por la Universidad Edith Cowan (ECU) de Australia ha descubierto que la mayor amenaza para la salud mental de las personas con dolor crónico no es necesariamente la intensidad del dolor, sino hasta qué punto interfiere en su vida cotidiana.
El dolor crónico afecta a alrededor del 20 por ciento de la población. Además de los efectos médicos y físicos, puede tener consecuencias de gran alcance para el empleo, el estilo de vida y la salud mental.
En este estudio, Tara Swindells y Joanne Dickson, investigadoras de la ECU, encuestaron a más de 300 personas con dolor crónico no relacionado con el cáncer. Los participantes respondieron a preguntas sobre su bienestar mental, la intensidad del dolor y el grado en que el dolor interfería en sus actividades cotidianas.
El profesor Dickson afirma que los resultados de su investigación sugieren que, como consecuencia del dolor, las personas pueden no tener la capacidad psicológica y/o física para participar en actividades que les ayuden a alcanzar sus objetivos personales, lo que puede tener implicaciones significativas para su bienestar mental.
En contra de lo previsto, la señora Swindells asegura que el estudio mostró que la "interferencia del dolor" era más problemática que la "intensidad del dolor" para las personas con dolor crónico.
"Estos resultados sugieren que puede ser la interferencia del dolor en la vida diaria, más que la intensidad del dolor, lo que tiene un impacto más negativo en el bienestar mental", dijo.