MADRID, 22 Mar. (EUROPA PRESS) -
Cuando las glándulas situadas en el canal anal, encargadas de lubricar la mucosa que lo tapiza, se obstruyen e infectan dan lugar a la aparición de abscesos.
Un absceso anal es una cavidad infectada llena de pus cerca del ano o el recto, apunta la American Society of Colon and Rectal Surgeons. Los abscesos, según recuerda el especialista en Proctología del Hospital Nuestra Señora del Rosario (Madrid), el doctor José Perea García, se convierten en una proporción importante en fístulas.
"En la mayoría de los casos, la fístula anal es el resultado de un absceso perianal. En un pequeño porcentaje son debidas a otros procesos, como enfermedades de transmisión sexual, trauma, tuberculosis, cáncer, divertículos o la enfermedad de Crohn", explica el experto. De hecho, la Confederación ACCU Crohn y Colitis Ulcerosa indica que una de cada cuatro personas con enfermedad de Crohn desarrollará una fístula en algún momento.
El dolor y la inflamación intermitentes alrededor del ano, relacionado o no con la deposición, además de secreción, son síntomas evidentes de padecer una fístula anal.
"Es relativamente frecuente la alternancia entre el dolor y la supuración, con períodos variables de cada uno de ellos. El sangrado, la secreción con sangre o mal olor, o la irritación de la piel alrededor del ano son otros de los indicadores de que algo no va bien", agrega el doctor Perea.
Su diagnóstico varía en función de si son simples, las que afectan a menos del 50 por ciento del aparato esfinteriano, o complejas, que aquejan a más del 50 por ciento. En el caso de las primeras, puede bastar con una historia clínica, un tacto rectal o una rectoscopia. En el caso de las complejas, además de estas medidas, se hace necesarias otras exploraciones complementarias, como la ecografía endoanal, la resonancia nuclear magnética y la manometría anorrectal.
OPCIONES TERAPÉUTICAS
El doctor Perea subraya que, en cualquier caso, el tratamiento de la fístula anal "siempre" pasa por el uso de procedimientos quirúrgicos
1. Fístulas simples. Se tratan mediante una fistulotomía, en la que la piel y el músculo hasta el trayecto de la fístula se cortan, convirtiéndose en un surco abierto.
2. Fístulas complejas o fístulas reproducidas, también llamadas multioperadas, hay varias opciones terapéuticas. Las más empleadas son el 'Seton' y el 'Flap'.
El sedal o 'Seton' se aplica cuando no se pueda extirpar la totalidad del trayecto por su relación con el esfínter o en aquellos casos en los que haya un componente inflamatorio agudo, con absceso asociado.
Entonces, se deja una banda de silicona elástica, como en el caso de la enfermedad de Crohn o alta sospecha, o hilo de seda gruesa, con el fin de que la fístula no se cierre en falso, así como para tensar la misma.
El 'Flap' o colgajo de avance consiste en que "en primer lugar se extirpa el trayecto desde el orificio fistuloso externo hasta el aparato esfinteriano para luego cerrar internamente dicho orificio mediante un autoinjerto mucoso", aclara el doctor Perea.
"Existen otros procedimientos más recientes que abarcan desde la aplicación de pegamentos biológicos o materiales biocompatibles sintéticos, hasta la aplicación de células madre dentro del trayecto fistuloso, con resultados aún por analizar, en especial a largo plazo", concluye el experto.