MADRID 13 Oct. (EUROPA PRESS) -
Patologías como la retinopatía diabética y la maculopatía, que tienen relación con la diabetes, pueden aparecer antes de los 40 años, y las cataratas, el glaucoma y la degeneración macular son los principales problemas de la visión de las personas mayores pero una revisión a tiempo ayuda a prevenir hasta el 50 por ciento de los problemas asociados e, incluso, la ceguera.
Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Visión, que se celebra este jueves, el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas recuerda que un sencillo reconocimiento se puede convertir en nuestro principal aliado para conservar el sentido más preciado e importante. Ya que "hasta el 50 por ciento de los casos de pérdida visual se pueden prevenir con una detección temprana y el tratamiento adecuado" explica el presidente del Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas, Juan Carlos Martínez Moral.
Por medio de un examen visual, destaca Martínez Moral, "el óptico-optometrista no sólo es capaz de determinar si padecemos algún defecto refractivo, como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo, sino que puede observar indicios de posibles anomalías que afectan a nuestra salud ocular, como cataratas, retinopatía diabética, maculopatías o deficiencias visuales de las que inicialmente no somos conscientes, como el glaucoma, pero que provocan una pérdida irreversible de la visión".
La utilidad de las revisiones oculares no se detiene ahí ya que los ojos son las ventanas a otras partes del cuerpo, por lo que muchas enfermedades tienen su manifestación ocular. Por ejemplo, la hipertensión puede manifestarse en los vasos sanguíneos de la parte posterior del ojo, la diabetes daña las estructuras oculares y algunos tumores cerebrales pueden crear signos, detectables en un examen de campo visual. El óptico-optometrista es capaz de descubrir los signos tempranos de esas enfermedades y recomendar al paciente que acuda al especialista.
Durante la infancia, lo más recomendable es realizar el primer examen visual cuanto antes, teniendo en cuenta que hacia los cinco años los niños ya están aprendiendo a leer, y repetirlos cada año, especialmente al principio de cada curso. Estas revisiones sirven para evaluar tanto la salud ocular como la funcionalidad visual y la capacidad de comprensión.
Entre los veinte y los cuarenta años, deberemos revisar nuestra visión cada dos años, a no ser que la presencia de algún problema visual aconseje acortar ese plazo.
VISITA AL OCULISTA UNA VEZ AL AÑO
A partir de los cuarenta años se incrementa el riesgo de sufrir anomalías o disfunciones visuales, por lo que se recomienda acudir al óptico-optometrista al menos una vez al año. En el grupo de población mayor de 55 años, el uso de corrección visual asciende hasta el 92 por ciento del total de la población.
Además de la presbicia, a partir de esta edad las personas son más propensas a sufrir una serie de problemas de visión, como por ejemplo la retinopatía diabética y la maculopatía, asociadas a la diabetes, o por el paso de los años, como son las cataratas, el glaucoma y la degeneración macular. Una visita a tiempo al óptico-optometrista ayuda a detectar a tiempo estas patologías que, en los casos más desfavorables, pueden desembocar en ceguera.