MADRID 24 Jul. (EUROPA PRESS) -
La resonancia magnética (RM) es una de las técnicas de imagen más precisas y versátiles en medicina, que no utiliza radiaciones ionizantes y se considera segura para el paciente, aunque requiere un entorno controlado y protocolos estrictos para evitar riesgos potenciales, subraya la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM).
No obstante, tal y como señala el especialista en radiología de la SERAM, Pablo Valdés Solís, "las salas de resonancia magnética son unos espacios potencialmente peligrosos, que deben estar vigilados y sometidos a unos controles estrictos de seguridad". En este sentido, afirma que "los campos magnéticos son hasta 25.000 veces más potentes que la gravedad terrestre", lo que implica que si se introduce un objeto metálico en la sala pueda ser atraído, adquirir velocidades de casi 100 km/h y comportarse como "un misil potencialmente letal".
Asimismo, los campos magnéticos pueden interaccionar con los dispositivos que portan los pacientes (como un marcapasos) y alterar su funcionamiento. Además, "la propia exploración puede producir efectos no deseados al paciente: quemaduras por las bobinas de radiofrecuencia, o alteraciones acústicas o nerviosas por las bobinas de gradiente", explica Valdés.
Aunque los incidentes graves en salas de resonancia magnética "son muy poco frecuentes", no exime de recordar que la seguridad nunca puede darse por sentada. "Los campos magnéticos están siempre activos, incluso cuando no se están realizando exploraciones, y cualquier descuido puede tener consecuencias graves", apunta Valdés.
Por eso, la SERAM expone varias medidas de prevención claras, sistemáticas y "no negociables" que deben formar parte del día a día en cualquier unidad de resonancia magnética.
En estas se incluye un diseño de instalaciones con zonas de acceso restringido y controles físicos adecuados; la formación continuada del personal, con actualización anual de competencias y verificación previa de que pacientes y acompañantes no portan objetos metálicos; la aplicación de barreras múltiples, que incluyan formularios de seguridad, revisión humana por personal entrenado y detectores de metales como apoyo, no como única medida; y una monitorización activa, con registro sistemático incluso de los "casi incidentes" para mejorar los protocolos de forma continua.
Asimismo, Valdés destaca la necesidad de "establecer unas políticas de seguridad específicas que tengan en cuenta que los campos magnéticos son permanentes, las salas están en un entorno clínico donde circulan muchos profesionales, pacientes y acompañantes, y los estudios son complejos y de larga duración".
En esa línea, el doctor Valdés ha elaborado una Guía visual SERAM sobre 'Seguridad en Resonancia Magnética', que resume de forma gráfica los principales riesgos y buenas prácticas. La guía está disponible para su consulta y uso en centros, y pretende ser una herramienta útil para quienes trabajan a diario en estas salas.