MADRID 18 May. (EUROPA PRESS) -
La mayoría de los países de renta alta no cuentan con un programa nacional de cribado del cáncer de próstata, sino que permiten a los hombres que no presentan síntomas someterse a una prueba del antígeno prostático específico (PSA) si lo desean, tras hablar con su médico.
Ahora, un nuevo estudio publicado en 'The BMJ' sostienen que estas políticas de decisión compartida han dado lugar a elevadas tasas de pruebas de PSA y a un claro perjuicio médico, con un beneficio y una desigualdad mínimos.
El investigador del Departamento de Epidemiología y Bioestadística, Memorial Sloan Kettering Cancer Center (Estados Unidos) Andrew Vickers y un grupo internacional de colegas sostienen que los países de renta alta deberían aplicar un enfoque integral de las pruebas del PSA basado en el riesgo --diseñado para reducir el sobrediagnóstico y el sobretratamiento-- o desincentivar las pruebas del PSA mediante una recomendación clara en contra del cribado, junto con políticas que dificulten la obtención de una prueba sin síntomas específicos.
El cáncer de próstata es el más frecuente entre los hombres y la tercera causa de muerte por cáncer en Europa, pero aún no está claro si los beneficios del cribado con PSA, tal como se practica actualmente, compensan los perjuicios del sobrediagnóstico y el sobretratamiento, cuando se detectan y tratan innecesariamente tumores de bajo riesgo que nunca causarían síntomas ni acortarían la vida.
En el Reino Unido, por ejemplo, se calcula que cada año se sobrediagnostica el cáncer de próstata a unos 10.000 hombres, exponiéndolos a posibles efectos secundarios del tratamiento sin recibir ningún beneficio.
Ante esta incertidumbre, casi todos los países de renta alta han optado por la prueba del PSA basada en la toma de decisiones compartida. Pero los autores argumentan que basarse en la toma de decisiones compartida para guiar las pruebas de PSA ha conducido a altas tasas de pruebas de PSA sobre todo en hombres mayores, que son los que tienen más probabilidades de verse perjudicados por el cribado y menos probabilidades de beneficiarse.
La toma de decisiones compartida también refleja y reproduce las desigualdades sanitarias. Por ejemplo, en Canadá y Estados Unidos, las pruebas del PSA son menos frecuentes en personas pertenecientes a minorías étnicas, mientras que en el Reino Unido y Suiza, las tasas de pruebas del PSA son más bajas en las zonas económicamente desfavorecidas.
Por el contrario, afirman que la implantación de un programa integral de detección precoz del cáncer de próstata basado en el riesgo, que gestione cuidadosamente no sólo las pruebas, sino también la biopsia y el tratamiento posterior, podría reducir sustancialmente los perjuicios del sobrediagnóstico y el sobretratamiento que han acompañado al cribado basado en el PSA.
Como alternativa, sugieren restringir las pruebas de PSA a los hombres con síntomas, con posibles excepciones para un pequeño número de hombres de alto riesgo, pero reconocen que tales políticas están en gran medida sin probar y requerirían más investigación.
"Aunque creemos que la detección precoz del cáncer de próstata debe implicar la toma de decisiones compartida, el enfoque actual de determinar las pruebas mediante la toma de decisiones compartida ha dado lugar al peor resultado práctico posible de altos niveles de pruebas de PSA y daños médicos, con un beneficio mínimo y desigualdad", escriben.
"Para hacer un mejor uso de las pruebas de PSA, los responsables políticos deben elegir entre un enfoque integral, adaptado al riesgo y diseñado específicamente para reducir el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, o restringir las pruebas de PSA a las personas remitidas a los urólogos con síntomas", explican.
"Esa elección deberá tener en cuenta la perspectiva más amplia de los pacientes y el público, así como las preocupaciones económicas en materia de salud", concluyen.