MADRID, 21 May. (EUROPA PRESS) -
Evitar el daño óseo en pacientes con cáncer de mama es el nuevo reto terapéutico ligado a la supervivencia, según evidencia un estudio publicado recientemente en la revista 'Osteoporosis y Metabolismo Mineral', en el que han participado distintos especialistas de nuetro país.
En comparación con la de hace dos décadas, la supervivencia de las pacientes con cáncer de mama es hoy muy superior y crece cada día. Sin embargo, con la terapia, cuando ocurre un fallo ovárico, las pacientes desarrollan un estado de deficiencia estrogénica y, con ello, una importante pérdida de masa ósea, la cual se produce a una velocidad cuatro a cinco veces superior a lo que le correspondería a una mujer de cincuenta o sesenta años.
"Cuando tratamos con fármacos quimioterápicos o antiestrogénicos para atacar el componente hormonal de un cáncer de mama, tratamientos que por otra parte son acertados y totalmente necesarios, estamos dañando mucho al esqueleto a medio y largo plazo", explica el doctor José Luis Neyro del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Cruces (Bilbao) y uno de los autores del citado estudio.
"El paradigma de ese daño se produce cuando empleamos los llamados inhibidores de la aromatasa (IA), los cuales ayudan a impedir la conversión de andrógenos en estrógenos, de manera que ni una sola molécula de estrógenos estimule el crecimiento de las células tumorales del cáncer. Pero siempre hay una factura que pagar y, en esta ocasión, la paga el esqueleto, el metabolismo mineral y la salud ósea que también depende de los estrógenos", añade.
Los datos aportados por el estudio WHI (Women's Health Initiative) demostraron que el riesgo de presentar fractura clínica vertebral o de muñeca se incrementa en un 30% en las mujeres postmenopáusicas que han sobrevivido a un cáncer de mama. Otro estudio de este mismo año, que cuenta con una numerosa cohorte de pacientes con CM españolas tratadas con IA, verifica estos extremos de riesgo óseo. En esa cohorte de casi 1.000 pacientes seguidas hasta por cinco años (y uno tras la finalización de su terapia), los autores observaron que el principal factor de riesgo detectado para fractura incidente en pacientes tratadas con IA es el diagnóstico de osteopenia u osteoporosis.
Con estas pacientes, la atención multidisciplinar que englobe al ginecólogo, al oncólogo y a los especialistas en metabolismo óseo (endocrinólogos, reumatólogos, internistas...) es un objetivo que todos los centros que atienden CM deben plantearse más pronto que tarde. Es el reto que entre todos debemos enfrentar", señala Neyro.