La reanimación cardiopulmonar aumenta entre un 12 y 25% la supervivencia de pacientes en parada cardiaca

Reanimación cardiopulmonar
SEMICYUC
Actualizado: miércoles, 10 abril 2013 20:33

MADRID 10 Abr. (EUROPA PRESS) -

La reanimación cardiopulmonar incrementa la supervivencia de los pacientes en parada cardiaca en un 12 por ciento si se aplican en el ámbito extrahospitalario y un 25 por ciento si son atendidos de manera intrahospitalaria, según datos presentados por la Sociedad Española de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias (SEMICYUC) durante el transcurso de la Campaña 'UCI es Vida' en Logroño.

"En los últimos años hemos visto cómo se han instalado dispositivos de resucitación en grandes superficies como instalaciones deportivas o centros comerciales, pero en ocasiones la población no está formada para utilizarlos en caso de ser necesarios", ha asegura el doctor José Luis Monzón, miembro de esta entidad.

Este experto reconoce que el masaje cardiaco es fundamental para mantener a una persona viva ya que, a través de esta resucitación, se mantiene el flujo sanguíneo y la oxigenación de tejidos y órganos, reduciendo su deterioro.

Por eso, según ha explicado, es fundamental iniciar la resucitación cuanto antes y durante el tiempo necesario hasta que llegue personal de emergencias para atender al paciente.

Los intensivistas insisten en la necesidad de recordar que el primer paso es avisar a los servicios de emergencia a través del 112. Mientras llegan se comprueba si está consciente y respira y, en caso negativo, es necesario comenzar con la resucitación.

El proceso consiste en comprimir el corazón entre el esternón y la columna vertebral cargando nuestro peso sobre el tercio inferior del esternón del paciente. Localizar el punto de aplicación situado un par de dedos por encima del final de esternón. Esta es la zona donde realizaremos las compresiones que seguirán las secuencia 30-2, es decir por cada treinta compresiones se efectúan dos insuflaciones con el aire espirado del resucitador sobre la boca del paciente.

Se pone una mano sobre la otra con el talón sobre la víctima, mejor entrelazando los dedos, y con los brazos rectos y perpendiculares al pecho de la víctima se deja caer el peso con el fin de hacer descender el tórax unos centímetros.