MADRID 12 Mar. (EUROPA PRESS) -
El especialista en Radiología Vascular Intervencionista en el Servicio de Radiología del Hospital Universitario Severo Ochoa de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI), el doctor José María Abadal, destaca que la radiología intervencionista ofrece una alternativa mínimamente invasiva, con menos complicaciones y con una recuperación más rápida para el tratamiento del cáncer de riñón.
Según datos de la Red Española de Registros de Cáncer, en España se diagnostican cada año más de 8.500 casos de cáncer de riñón, lo que coloca al tumor renal como el octavo cáncer más frecuente y el quinto en el caso de los hombres, que acaparan casi el 70 por ciento de los diagnósticos.
En 2021, según datos del INE, fallecieron en España 2.270 personas debido a un cáncer renal (1.535 hombres), pero lo cierto es que la tasa media de supervivencia relativa a cinco años no ha dejado de crecer en las últimas décadas y hoy se sitúa en torno al 75%, una tasa de supervivencia que se dispara por encima del 90% cuando los pacientes reciben un diagnóstico temprano y el cáncer aún permanece únicamente en el riñón.
"Con el incremento de exploraciones radiológicas y el perfeccionamiento de estas pruebas cada vez se detectan más canceres y más localizados", afirma Abadal, que destaca también el desarrollo de cada vez más y mejores tratamientos, entre ellos los llevados a cabo por los radiólogos vasculares e intervencionistas, que son ya considerados tratamiento de primera elección por las principales guías médicas para el abordaje de tumores de pequeño tamaño (menos de 3 centímetros), así como para pacientes de edad avanzada o con muchos factores de riesgo.
Entre esos tratamientos destaca la ablación, que permite destruir al tumor renal mediante la implantación de unas finas agujas en el interior del tumor que emiten calor (radiofrecuencia o microondas) o frío extremo (crioablación). "Actualmente en un hospital español de tamaño medio pueden realizarse aproximadamente entre 40 y 60 intervenciones de este tipo al año. Y el uso de la ablación tumoral a pacientes de otros grupos de edad y condiciones cada vez se está extendiendo más, ya que los resultados son equiparables a largo plazo a la cirugía y no invalida el uso posterior de la cirugía", sostiene el presidente de la SERVEI.
Por otro lado, destaca la importancia de este tipo de tratamientos en pacientes con riñón único, "para los que puede ser la única alternativa", y en pacientes de edad avanzada con múltiples factores de riesgo y/o con escasa reserva renal, ya que con la ablación "permanece intacto prácticamente todo el tejido renal a excepción del tumor".
El doctor Abadal, por último, apunta que el hecho de que la ablación sea una intervención percutánea mínimamente invasiva, muy precisa (lo que permite respetar el parénquima renal circundante) y que se puede realizar con anestesia local o sedación, reduce también el trauma y el riesgo de complicaciones en los pacientes, a la vez que facilita su recuperación. No en vano, los pacientes que se someten a radiología intervencionista generalmente pueden regresar a casa el mismo día del procedimiento.
"Además, hoy en día contamos con sistemas de navegación y predicción del volumen de ablación tumoral, que ayudan a estandarizar la operación y hacerla técnicamente más sencilla. Por todas estas ventajas estamos asistiendo a un auge de éstas intervenciones para el tratamiento del cáncer de riñón, pero cabe recordar que antes de optar por cualquier intervención, es clave la consulta y valoración por urología y radiología intervencionista y postar siempre por equipos de médicos que deciden el tratamiento a través de comités multidisciplinares", concluye.