MADRID 15 Oct. (EUROPA PRESS) -
La radióloga Sara Romero, especialista de la Unidad de Mama del Hospital Universitario Reina Sofía (Córdoba), ha destacado que el uso de inteligencia artificial (IA) por parte de radiólogos formados permite ver el riesgo asignado a la mamografía, lo que indica la probabilidad de identificar una lesión sospechosa en la mamografía.
Según ha detallado, los sistemas de IA clasifican las mamografías en tres grupos: bajo riesgo, cuando hay baja probabilidad de presentar una lesión sospechosa; riesgo intermedio; y riesgo alto, estando en este último la mayor proporción de mamografías con un cáncer detectable.
Romero ha insistido en que los beneficios de la IA están demostrados cuando la emplean radiólogos expertos en lectura de mamografía, pero que su uso por parte de especialistas no entrenados puede llevar a un aumento de las derivaciones para realizar estudios complementarios por hallazgos que finalmente sean benignos.
"Y el equilibrio entre detección de cánceres y realización de pruebas adicionales por hallazgos que finalmente sean benignos es uno de los aspectos esenciales para el buen funcionamiento de los programas de cribado", ha añadido la radióloga a este respecto.
VENTAJAS DE LA IA
Romero ha explicado que, además de optimizar los flujos de lectura de las mamografías al clasificarlas en los tres grupos mencionados, los sistemas de IA también sirven como herramienta de apoyo para mejorar el rendimiento de los radiólogos lectores.
En este sentido, las marcas que genera el sistema permiten señalar las áreas de sospecha en la mamografía, con lo que el radiólogo lector puede destinar más atención a esas zonas y reducir las lesiones que podrían pasar desapercibidas. Además, puede servir de apoyo al radiólogo lector en la toma de decisiones.
A partir de esto, la experta ha comentado que están surgiendo nuevas estrategias de distribución de la carga de trabajo que podrían permitir adaptar con mayor facilidad las últimas recomendaciones de las guías europeas de cribado, como son la ampliación de la edad de los 45 a los 74 años o la incorporación de equipos de tomosíntesis, que ha demostrado resultados muy beneficiosos como técnica de cribado mamario.
Para poder implantar estas novedades, ha puntualizado que primero sería necesario formar a los radiólogos lectores en el uso de esta herramientas, así como monitorizar y analizar los resultados que se obtienen de su utilización.