MADRID 20 Jun. (EUROPA PRESS) -
La profesora de Psicología de la Universidad Europea Mariola Fernández ha avisado de que un exceso de estímulos durante las vacaciones de verano puede generar síntomas físicos y emocionales que pueden llegar a saturar al sistema nervioso.
"Nuestro cuerpo necesita pausas. Estar en lugares muy estimulantes, sin espacios de descanso o silencio, puede generar fatiga, irritabilidad o desconexión emocional", ha explicado Fernández.
Asimismo, ha indicado que las expectativas también juegan un papel fundamental. Cuando se idealiza el viaje o se busca que todo sea perfecto, asegura que es más fácil sentirse decepcionado si algo no sale como se había planeado.
"Planificar lo esencial ayuda, pero obsesionarse con controlar cada detalle puede restar espontaneidad y disfrute", apunta la experta de la Universidad Europea. A lo que añade, que "no hay una fórmula universal. Hay quienes disfrutan organizándolo todo y otros que prefieren delegarlo. Lo importante es identificar qué reduce el estrés en cada caso".
La psicóloga advierte de que el perfil más vulnerable incluye a personas con historial de ansiedad, alto perfeccionismo o dificultad para gestionar imprevistos. Para este tipo de personas, un viaje puede sentirse como una carga. "Los síntomas pueden ir desde molestias digestivas o insomnio hasta sensación de incomodidad constante o tristeza", explica.
Además, señala que muchas veces las personas comienzan las vacaciones emocionalmente agotadas, lo que aumenta la fragilidad. "Esperar que el viaje cure todo el cansancio acumulado es poco realista. La mente necesita tiempo para desacelerar, y eso no siempre ocurre en los primeros días, especialmente si el itinerario está sobrecargado", explica la profesora de Psicología de la Universidad Europea.
Para viajar sin ansiedad, Fernández recomienda escuchar los propios ritmos, dejar espacios para la improvisación y no forzarse a seguir el patrón del disfrute idealizado. "Viajar no debería ser una obligación de disfrute. Hay tantas formas de descanso como personas, y todas son válidas", ha agregado.
Durante el viaje, apunta que estrategias simples como respirar profundamente, hacer pausas, caminar en silencio o cambiar planes sin culpa pueden marcar la diferencia. "Hay que recordar que no todo el mundo disfruta de la misma manera. Algunas personas necesitan más calma que actividad, y eso también es estupendo", subraya.
Finalmente, Fernández defiende la importancia de naturalizar estas emociones. "No hay una única manera correcta de viajar ni una obligación de disfrutar todo el tiempo. Reconocer nuestros propios ritmos y límites es también una forma de salud emocional", concluye.