MADRID, 22 Jul. (EUROPA PRESS) -
Para evitar ahogamientos es conveniente tomar medidas de prevención buscando zonas con vigilancia y no realizar prácticas de riesgo, así como la presencia de desfibriladores para contrarretar los efectos de posibles paradas cardíacas en espacios acuáticos.
Según señala el último Informe Nacional de Ahogamientos elaborado por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), la media de ahogados cada día en el mes de junio de 2019 fue de 1,56 personas. Esta institución también ha publicado que en el mes de mayo hubo 26 personas fallecidas en espacios acuáticos, seguidos del mes de abril y enero, con 17 ahogados cada mes; marzo, con 16, y febrero con 12.
Los datos demuestran que en las playas se producen la mayoría de estos sucesos, aunque los ríos, piscinas y embarlses también son una fuente de riesgo. El perfil de las personas ahogadas en junio fue el de un hombre (77%) de nacionalidad española (74%), de 45 o más años (66%), que se ahogó en una playa (40%), entre las 16:00 y las 18:00 horas (27,7%) y en un espacio sin vigilancia (81%).
Para evitar riesgos de ahogamiento desde Proyecto+Vida recomiendan buscar zonas con vigilancia adecuada de servicios de salvamento y socorro, además de seguir los paneles informativos y las banderas. Es conveniente evitar lanzarse al agua en zonas no vigiladas, ya que puede dar lugar a contusiones graves o pérdida de consciencia derivadas de no medir bien la profundidad del agua.
En cuanto a los niños, se recomienda alejarlos también de las zonas no vigiladas y tenerlos controlados incluso en las piscinas poco profundas y aparentemente sin riesgo. Ante cualquier indisposición se debe pedir ayuda a los socorristas y salir del agua inmediatamente.
Por otro lado, la presencia de desfibriladores de uso público contribuye a contrarrestar los efectos de posibles paradas cardíacas, la principal causa de muerte en España. Desde Proyecto+Vida se recomienda su instalación para garantizar la prevención general y favorecer un servicio más completo de atención sanitaria. El uso de estos equipos en los primeros cinco minutos en los que la persona entra en paro cardíaco es esencial para su supervivencia, mientras que cada minuto que pasa a partir de ese momento eleva un 10 por ciento las probabilidades de fallecimiento del afectado.