MADRID 21 Jun. (EUROPA PRESS) -
Las personas sienten más vergüenza ajena cuando saben que al que observan es consciente de que está teniendo un comportamiento ridículo, que si es porque se ha producido por un accidente, según ha mostrado una investigación realizada por el doctor Frieder Miguel Paulus, publicada hace un año en la revista 'Plos One' y recogida por la plataforma Sinc.
Para llevar a cabo este estudio, Paulus entrevistó a 619 alemanes, con una edad media de 24 años, que respondieron a un cuestionario sobre la intensidad de sus sentimientos en situaciones embarazosas. Además, a 32 de ellos se les sometieron a imágenes por resonancia magnética funcional (FMRI, por sus siglas en inglés), con el fin de que los expertos pudieran observar las estructuras neuronales que se activaban durante un pasaje de vergüenza ajena.
"La vergüenza ajena depende directamente de la perspectiva del observador. Además, cuando tienes vergüenza ajena sientes empatía por alguien que pone en riesgo su integridad al violar las normas sociales, que es lo que se conoce como vergüenza empática", ha comentado el experto.
De hecho, Paulus y su equipo han mostrado que, al percibir cómo otras destrozan "sin pudor" las normas sociales, el cerebro pone en marcha las mismas regiones que en momentos empáticos como, por ejemplo, la corteza insular y el córtex del cíngulo anterior, dos estructuras relacionadas con las emociones viscerales y la sensación de alerta.
"Son regiones en la interfaz de la cognición y la emoción. De hecho, los escáneres cerebrales han mostrado la fuerte actividad de estas dos estructuras corticales cuando alguien siente compasión por el dolor ajeno, tanto físico como psíquico", ha explicado la investigadora del Laboratorio de Imagen Médica en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Susanna Carmona.
De hecho, la respuesta afectiva que tienen las personas hacia los demás depende de la propia habilidad de empatizar con los pensamientos y las intenciones ajenas. Además, reaccionan de maneras diferentes en función de si se percibe o no el bochorno en el protagonista del momento.
Por otra parte, los investigadores han estudiado la vergüenza ajena en un grupo de 32 personas con trastornos del espectro autista (TAE) y han desvelado que estos pacientes presentan "serias dificultades" para ponerse en el lugar del otro, especialmente en escenarios sociales complejos en los que alguien violaba las normas sociales "a posta".
"Nuestros resultados nos pueden ayudar a abordar un espectro más amplio de la experiencia afectiva y darle la importancia que merece en el desarrollo humano y los trastornos clínicos", ha zanjado Paulus.