MADRID, 22 Abr. (EUROPA PRESS) -
Los pacientes que se someten a la extirpación de la laringe, como consecuencia de un cáncer, reclaman a las autoridades sanitarias más apoyo e información sobre las posibilidades que tienen de recuperar el habla tras la intervención, ya que en muchos casos "se sale del hospital sin voz y sin ninguna información", lo que lleva a muchos a "encerrarse en casa y aislarse de la sociedad".
Así lo ha denunciado el presidente de la Asociación Regional Madrileña de Atención y Rehabilitación de Laringectomizados (ARAMAREL), Torcuato Romero, con motivo de la VI Asamblea de afectados que se celebra del 19 al 20 de abril en la Universidad Politécnica de Madrid.
Cada año se producen en España unos 12.000 tumores de cabeza y cuello y, cuando el cáncer afecta a la laringe, en el 60 por ciento de los casos el paciente debe someterse a su extirpación quirúrgica como parte del tratamiento.
"Esto genera un enorme estigma social, porque sales del alta hospitalaria sin hablar y con un agujero en el cuello para respirar", según relata en una entrevista a Europa Press Romero, que se sometió a una laringectomía hace tres años cuando, como reconoce, "estaba en la flor de la vida".
El problema que tienen estos pacientes, según el presidente de ARAMAREL, es que tras la operación "la mayoría tienen que buscarse la vida", ya que "en la mayoría de los casos ni te dan información de las alternativas que tiene para poder hablar".
El mejor método es la prótesis fonatoria, que se implanta durante la propia operación, pero en muchos casos no se puede recurrir a ella porque después de la operación es preciso aplicar un tratamiento combinado de quimio y radioterapia. "Y, tras el mismo, en ocasiones los tejidos quedan muy dañados y no se recomienda una segunda operación", según lamenta.
Por ello, la mejor alternativa para el resto de casos suele ser bien el uso de un laringófono, un aparato que produce una vibración pegado a la faringe y la convierte en una voz metálica, bien la enseñanza de la voz erigmofónica, que consiste en aprender a hablar con el esfínter superior del esófago. "Es un falso eructo que se consigue modular convirtiéndolo en lenguaje", explica.
Para Romero, la opción del laringófono es "la opción más rápida pero la menos gratificante", ya que requiere que el paciente deba estar usando una mano cada vez que quiere hablar y la voz es "como la de un robot".
El aprendizaje de la voz erigmofónica, por su parte, requiere al menos un año y el apoyo de un equipo multidisciplinar de profesionales debidamente formados en su enseñanza. "Hay muy pocos foniatras o logopedas especializados en estos pacientes", lamenta.
Por ello, los pacientes reclaman que se apoye la formación de profesionales especializados en la recuperación de estos pacientes y que se mejore la atención tras la intervención, "para lograr que cada vez haya más laringectomizados hablando, de una forma u otra".
"Lo más importante es que el paciente pueda comunicarse cuanto antes", ha concluido.