La OMS revela que unos 1.200 millones de niños sufren castigos físicos en sus hogares cada año

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Archivo - Niño triste. - KATARZYNABIALASIEWICZ/ ISTOCK - Archivo
Actualizado: jueves, 21 agosto 2025 17:58

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MADRID 21 Ago. (EUROPA PRESS) -

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha revelado en un informe que unos 1.200 millones de menores de entre 0 y 18 años sufren castigos físicos en sus hogares cada año, causando "daños significativos" a la salud y el desarrollo de los niños, aunque esta práctica varía "considerablemente" entre países.

Entre los niños de 2 a 14 años, las tasas de castigo corporal declaradas por los padres y cuidadores en el último mes han oscilado entre el 30 por ciento en Kazajistán y el 32 por ciento en Ucrania, hasta el 63 por ciento en Serbia, el 64 por ciento en Sierra Leona y el 77 por ciento en Togo.

"Existe evidencia científica abrumadora de que el castigo corporal conlleva múltiples riesgos para la salud infantil (...) No ofrece ningún beneficio para el comportamiento, el desarrollo ni el bienestar de los niños, ni tampoco para los padres ni para la sociedad", ha afirmado el director del Departamento de Determinantes de la Salud, Promoción y Prevención de la OMS, Etienne Krug.

Es por ello por lo que ha realizado un llamamiento para "poner fin a esta práctica nociva", y garantizar así el desarrollo integral de los niños en sus casas y colegios.

Según datos de 58 países, el 17 por ciento de los niños que sufrieron este tipo de castigos el mes pasado lo hicieron en sus formas "más severas", tales como golpes en la cabeza, la cara o las orejas, o golpes fuertes y repetidos.

Los castigos físicos están "igualmente extendidos" en los colegios África y Centroamérica, donde el 70 por ciento de los niños son sometidos a esta práctica durante su etapa escolar, en comparación con el 25 por ciento de la región del Pacífico Occidental.

En el documento también se expone que los niños con un mayor riesgo de sufrir castigos corporales son los que tienen una discapacidad, aquellos cuyos padres han pasado por los mismos castigos, y aquellos cuyos padres padecen problemas de consumo de sustancias, depresión u otros problemas de salud mental.

Otros factores sociales tales como la pobreza, el racismo y la discriminación aumentan "aún más" el riesgo de que ocurran castigos corporales contra los niños, que tienen consecuencias "profundas y de gran alcance" para su salud.

A nivel físico y más allá de las lesiones inmediatas, estos castigos acaban desencadenando respuestas biológicas perjudiciales, tales como una mayor reactividad de las hormonas del estrés o cambios en la estructura y función cerebral, lo que puede perjudicar un desarrollo saludable.

De hecho, un análisis realizado en 49 países de bajos y medios ingresos demuestra que los niños expuestos al castigo corporal tienen un 24 por ciento menos de posibilidades de alcanzar un desarrollo normal, en comparación con sus compañeros que no sufren estas prácticas.

La salud mental de los niños también se ve "igual de gravemente" afectada, y es que se enfrentan a un mayor riesgo de ansiedad, depresión, baja autoestima e inestabilidad emocional, unos efectos que suelen persistir hasta la edad adulta, provocando tasas más altas de abuso de sustancias e incluso en la probabilidad de suicidio, intentos de suicidio o suicidio consumado.

A nivel social, este tipo de castigos también tienen consecuencias, pues los niños pueden ser más propensos a desarrollar conductas agresivas, a tener dificultades académicas y, una vez llegan a la edad adulta, a participar en conductas violentas, antisociales o delictivas.

Del mismo modo, favorecen la aparición de una mayor aceptación social de la violencia, lo que refuerza "ciclos dañinos" a lo largo de diferentes generaciones.

Aunque ya son muchos los países que han prohibido el castigo corporal, su uso continuado y la persistente creencia en su necesidad demuestra que la legislación por sí sola no basta, motivo por el que la OMS ha subrayado la importancia de que las medidas legales sean acompañadas de campañas de concienciación pública y apoyo directo a padres, cuidadores y docentes, de forma que se promuevan formas de disciplina positivas y no violentas.

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