MADRID 27 May. (EUROPA PRESS) -
El neurocirujano estadounidense Eben Alexander, que se definía como una persona escéptica, asegura en el libro 'La prueba del cielo' (Zenith) haberlo visitado durante la semana que estuvo en coma en el año 2008.
Así, cuenta cómo el 10 de noviembre de 2008 a los 54 años, despertó con un terrible dolor de cabeza que en apenas dos horas desembocó en un derrame cerebral. En el hospital, los análisis mostraron que su cerebro estaba infectado con 'E. coli', bacteria que resultó ser muy resistente a los antibióticos y que estaba destruyendo su neocorteza. De esta forma, cayó en un coma profundo durante una semana.
Durante esos siete días, según afirma Alexander, vio una luz blanca y dorada "extraordinaria" y escuchó "la música más bella" que jamás había escuchado. Además, describe cómo una figura angelical le condujo hasta el cielo, que define como "el más extraño y bello mundo" que ha visitado.
"Lo que vi no fue un túnel, aunque sí tuve la sensación de ascender por un valle estrecho y oscuro para llegar a otro con una luz espléndida y unos colores indescriptibles. El lugar en el que estuve es un sitio maravilloso, reconfortante y lleno de amor. No tengo miedo a morir porque ahora sé que no es el final", señala Alexander.
En su experiencia, de la que no puede determinar cuánto tiempo duró, cuenta que un ángel con forma de mujer le acompañó en su vuelo sobre la superficie de un ala de mariposa y le habló aunque sin utilizar palabras. "Os aman y aprecian, profunda y eternamente; no tenéis nada que temer", asegura que le dijo. Además, indica que podía sentir la "infinita inmensidad de Dios".
No obstante, a diferencia de otras experiencias cercanas a la muerte, Alexander, explica que él no se encontró con ningún ser querido. Sin embargo, más tarde descubriría que ese ángel que le acompañó en su viaje y cuyo rostro no le resultaba conocido, era más familiar de lo que pensaba.
Esta "intensa" experiencia que relata en el libro que, desde su publicación lleva 26 semanas encabezando la lista de más vendidos de 'The New York Times', ha hecho a Alexander convencerse de la existencia del cielo y de un Dios "personal, que ama".