MADRID, 7 Jul. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de la UPF han realizado un estudio en el que exploraron la utilidad de la música para mejorar el reconocimiento de las emociones en las expresiones faciales por parte de niños con trastorno del espectro autista (TEA), quienes tienen grandes dificultades para identificar las emociones y las intenciones de otras personas y esto les impide aprovechar todo el aprendizaje que otorga el comportamiento, los gestos y las emociones a una persona.
"Los niños con TEA frecuentemente tienen intacto el procesamiento de la música e incluso hay estudios que confirman que son mejores procesando y reconociendo el tono que las personas neurotípicas. Por esta razón pensamos en utilizar la música para reforzar la identificación de las emociones en expresiones faciales", explica Rafael Ramírez Meléndez, coautor del estudio publicado en Brain Sciences y director del Music and Machine Learning Lab de la UPF.
Para esto reclutaron 25 niños varones entre 6 y 11 años con TEA y de alto funcionamiento que asistían al Centro Educativo y Terapéutico Carrilet y el Instituto Catalán de Musicoterapia, ambos en Barcelona. Se utilizó una base de 4.900 imágenes de expresiones faciales humanas propiedad del Karolinska Directed Emotional Faces (KDEF). El conjunto de imágenes está compuesto por fotos a color de 70 mujeres y hombres que muestran un conjunto de 7 expresiones emocionales diferentes, cada una vista desde 5 ángulos diferentes. Para el estudio se utilizaron 4 emociones: felicidad, tristeza, miedo, enfado.
Existen dos tipos de emociones que los investigadores observaron. La emoción percibida, aquella que vemos pero que no sentimos, cuantificada a través de respuestas orales. Y la emoción inducida, la que realmente sentimos al observar las expresiones faciales, cuantificada analizando la actividad cerebral de los participantes.
Los investigadores dividieron a los niños en un grupo control (sin música) y un grupo experimental a los que enseñaron las caras en tres tipos de condiciones consecutivas. En la primera condición, enseñaban la cara y pedían a los niños que las identificaran. Todas las respuestas eran validas y nunca se le decía si estaba correcto o no.
La segunda era igual que la primera pero al mismo tiempo se les ponía un audio con la emoción que concordaba con la emoción de la imagen del rostro facial; y en la tercera condición, igual que la primera y es para ver si hay un efecto residual después de haber realizado la condición 2.
En todas las condiciones se consideraron diferentes imágenes y audios para evitar la memorización, los niños nunca vieron la misma imagen ni en la misma sesión y en sesiones diferentes.
"En la parte de visionado de las fotografías los resultados fueron muy claros. Casi todas las respuestas verbales mejoraron la precisión a la hora de identificar las emociones: al inicio del experimento el porcentaje de éxito era de casi 47 por ciento y al final subió al 77 por ciento", explica.
El estudio consistió en sesiones semanales de 15 minutos durante 4 semanas en las que se midió la evolución en el proceso de reconocimiento de emociones. La actividad cerebral de un grupo de seis niños en cada grupo se midió a través de técnicas de electroencefalografía (EEG).
Además de las respuestas verbales, se analizaron las diferencias de respuesta del EEG usando el plano Thayer de excitación -Valencia. "Este plano nos permite cuantificar el grado de excitación y de positividad/negatividad de la respuesta emocional de los niños participantes en el estudio", explica Ramírez Meléndez
"En la parte de visionado de las fotografías los resultados fueron muy claros. Casi todas las respuestas verbales mejoraron la precisión a la hora de identificar las emociones: al inicio del experimento , el porcentaje de éxito era de casi 47% y al final subió al 77%", añade.
Los resultados del electroencefalograma, "aunque no están perfectamente correlacionados, al terminar el estudio sí pudimos observar una correlación mucho mayor entre el estado emocional de los niños, estimada de su señal cerebral, y el estímulo mostrado", continúa.
Estos resultados parecen indicar que la música se puede utilizar como herramienta para mejorar tanto la identificación de emociones en las expresiones faciales como la inducción de emociones a través de estímulos faciales en niños con TEA de alto funcionamiento.
El siguiente paso, explican los investigadores, sería extenderlo a situaciones contextuales, "como por ejemplo videos con contenido emocional. También pensamos gamificar la esencia del estudio para que los niños con TEA puedan mejorar sus capacidades emocionales mientras juegan desde casa".