MADRID 13 Jun. (EUROPA PRESS) -
Especialistas de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) ha afirmado que el tratamiento farmacológico contra la obesidad o el sobrepeso debe acompañarse de cambios en el estilo de vida, como seguir una alimentación saludable y aumentar la actividad física, y que además deben usarse desde la responsabilidad y como parte de un "enfoque" integral y multidisciplinar.
Entre las nuevas opciones terapéuticas se encuentran los medicamentos antidiabéticos, indicados inicialmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2, pero que también son efectivos contra la obesidad y determinadas enfermedades cardiovasculares por los efectos del fármaco sobre el sistema nervioso central, que acaban por disminuir el apetito mientras hace más lento el vaciado del estómago, lo que contribuye a la sensación de saciedad.
A pesar de que se trata de medicamentos sujetos a prescripción médica, se ha producido un incremento notable en su demanda, lo que está llevando a una "banalización" de su uso, lo que puede dar lugar a diferentes riesgos para la salud, tal y como han señalado los expertos durante el 31 Congreso Nacional de la SEMG.
Entre los principales efectos secundarios descritos en su ficha técnica se encuentran las náuseas, los vómitos y otros trastornos digestivos; estos fármacos están indicados como complemento a una dieta baja en calorías y a un aumento de la actividad física para el control del peso, en adultos con un Índice de Masa Corporal (IMC) inicial de más de 27 kilogramos por metro cuadrado, en presencia de al menos una comorbilidad relacionada con el peso, como hipertensión, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño, enfermedad cardiovascular, prediabetes o diabetes mellitus tipo 2.
Es por ello por lo que han reiterado que deben ser los profesionales sanitarios quienes deben prescribir estos fármacos en aquellos casos en los que se cumplan las condiciones autorizadas, con un "estricto" control y seguimiento médico, dentro del sistema sanitario.
El principal objetivo de lograr esta pérdida de peso es mejorar la salud, pues perder un 5 por ciento permite mejorar el control de la hipertensión y la glucosa, mientras que pérdidas superiores al 15 por ciento benefician "significativamente" a pacientes con enfermedades cardiovasculares o insuficiencia cardíaca.